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En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: -La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

Pues si quieren pasar por V..., adonde voy, tendrán compañía y menos polvo. Aceptaron la oferta. Tomaron la vereda que a aquel pueblo conducía, y Moreno y Sánchez, que no perdían la ocasión de enriquecer su cuaderno de notas con las observaciones antropológicas que podían recoger, le abrumaron instantáneamente a preguntas. El caminante les respondía de buen grado.

En cuanto a Juana, ya lo hemos dicho, se hallaba dispuesta a aceptar ciegamente la elección hecha por su madre. Por otra parte, como todas las jóvenes preparábase a enriquecer con sus dotes personales al primer hombre a quien le permitiesen amar, a adorarle con su propia poesía, a reflejar en él su belleza moral, y transfigurarle, en fin, con la pureza de su brillo.

García Pérez debe bastante, como él mismo confiesa, á trabajos anteriores de los críticos eruditos castellanos que mencionamos ya, y también á los trabajos de algunos egregios portugueses, como Barbosa, Inocencio de Silva y Costa Silva; pero es de admirar lo mucho enteramente nuevo con que ha sabido enriquecer su obra.

A cambio de tu favor con el rey, la prisión de don Francisco de Quevedo y don Juan Téllez Girón ante la justicia, como homicidas de don Rodrigo Calderón. Lo haré... dijo el duque ¿pero esas cartas, esos secretos?... Las unas y los otros los guardo yo como armas preciosas. Escucha dijo el duque ; yo puedo enriquecer á Dorotea, enriquecerte á ti...

Sirven para enriquecer al editor; más amargo viceversa, cuanto que el poeta ha pasado una vida desastrosa. Es la eterna tragicomedia desgarrante. Verlaine tenía una sed fatal que no se saciaba nunca... ¿Fué por eso un originalísimo y alto poeta?

Al lado de estos últimos, los hay y yo me honro con la amistad de algunos que recorren los bosques de este país con el afán de enriquecer la ciencia, sufriendo toda clase de privaciones, ante la satisfacción de aumentar sus herbarios. El tipo que nos ocupa, no puedo definir á qué clase pertenece.

Agustín no era ni de los que inducen a la suerte ni de aquellos a quienes debe enriquecer un número soñado. Lo que de él llevo ya dicho, debe haberle hecho comprender, que no había nacido para los favores del acaso y que en todas las partidas en que había hecho parada de su voluntad, la puesta valía más que la ganancia.

Así se verifica que examinando á fondo el espíritu humano, encontramos en todas partes la mano bondadosa de la Providencia, que se ha complacido en enriquecer nuestro entendimiento y nuestro corazon con inestimables preciosidades . Sabiduría de la ley que prohibe los juicios temerarios.

Sacrílegos, blasfemos, apóstatas, hereges, réprobos ante Dios y ante los hombres, maldecís de vuestros propios hermanos, confesores y mártires, infamais y calumniais á sus mas dignos prelados, inventais satánicos ardides para esquilmar y desustanciar á los atribulados mozárabes, haciendo tributarias las iglesias y altares para enriquecer el erario del tirano con las sagradas oblaciones del templo, y consumais con inicua farsa la deposicion de los buenos obispos. ¡Oh qué tiempos! ¡qué angustia y turbacion! «Las cárceles están llenas de clérigos; las iglesias privadas del oficio de sus prelados y sacerdotes; los tabernáculos divinos en horrenda soledad; las arañas estienden sus telas por el templo; el aire calma en un total silencio; no se entonan ya en público los cánticos divinos; no resuena en el coro la voz del Salmista, ni en el púlpito la del Lector; el Levita no evangeliza en el pueblo; el sacerdote no quema incienso en los altares, porque herido el pastor, se desparramó el rebaño: esparcidas las piedras del santuario, faltó la armonía en sus ministros, en los ministerios, en el santo lugar. ¡Y en tanta confusion solo resuenan los Salmos en lo profundo de los calabozos !» Y sin embargo, ¿qué preciosa no será la cuando se mantiene á toda costa? ¿Qué viva cuando no se apaga en tal tormenta?