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Actualizado: 29 de junio de 2025
Asomose a la tienda, y de un golpe de vista abarcó la menguada granjería, sacando consecuencias poco lisonjeras del estado pecuniario de Encarnación Guillén. ¡Cómo había descendido la infeliz de grado en grado, desde su gran comercio de loza y sanguijuelas de la antigua calle del Cofre, en tiempos desconocidos para Isidora, hasta aquel miserable ajuar de cacharros ordinarios!
No quise oir más, dí una moneda y ni aun esperé el cambio, ¡¡¡Veinticinco pesos por gastar botitas y no hablar español!!! ¡¡¡Veinticinco pesos por noche!!! Lo que no ganaba ese gran genio de la escena, esa colosal figura de las tablas, esa encarnación del pensamiento de Shakespeare y Ventura de la Vega, joya del arte que con su muerte se llevó á la tumba el Sullivan y El hombre de mundo, obras que jamás volverán á interpretarse cual lo hacía Julián Romea.
De nuestra tía Encarnación, hazte cuenta de que no existe, porque no la volverás a ver. Eres ya otra persona». Oyó atentamente el muchacho estas advertencias, y se prometió a sí mismo hacer todo lo posible para entrar con pie derecho en aquella senda de caballería y decencia que su querida hermana le marcara.
O echaba a caminar, con las Empresas de Saavedra Fajardo bajo el brazo, por las calles umbrosas de la Alameda, y creyéndose a veces nueva encarnación de las grandes figuras de la historia, cuyos gérmenes le parecía sentir en sí, y otras desesperando de hacer cosa que pudiera igualarlo a ellas, rompía a llorar, de desesperación y de ternura.
Ya á principios del siglo XIII encontramos un drama teológico de Esteban Lagton, en el cual la Verdad y la Justicia acusan á Adán ante el tribunal de Dios del pecado original, defendiéndolo la Misericordia y la Paz, y conviniendo después el Dios Padre y su divino Hijo en cortar la contienda por medio de la Encarnación.
Todo lo que gastemos lo pago yo, tío Poenco dije . Venga Jerez. Gracias, gracias, valiente soldado. Siempre has sido generoso. De modo que podré emborracharme... Poenquillo, ¿me sabrás decir dónde se puede ver esta noche a María Encarnación?
Sí, Encarnación: todo lo haría este mozo si se empeñaba... Era extraordinario. ¡Ni el propio Roger de Flor! Por la noche, en las tabernas de los barrios populares y los cafés, sólo se habló de Gallardo. El torero del porvenir. Ha quedao como las propias rosas... Ese chico va a quitar los moños a todos los califas cordobeses.
Encarnación, que tenía ya diez y siete años, fue a la Fábrica de Tabacos, donde pudo introducirla su madre gracias a sus relaciones con ciertas amigas de la juventud llegadas a maestras. Juanillo, que de pequeño había pasado los días en el portal del barrio de la Feria viendo trabajar a su padre, iba a ser zapatero por voluntad de la señora Angustias.
También debía ir a los toros inevitablemente, porque un hombre que no bebe ni asiste a las corridas... ¿para qué está en el mundo? La señora Angustias, con sus dos hijos, Encarnación y Juanillo, tenía que aguzar el ingenio y desplegar múltiples habilidades para llevar la familia adelante.
Verdad es que los dos caciques aún continúan disputándose el mero y mixto imperio; mas ya parece seguro que Barbacana, representante de la reacción y la tradición, cede ante Trampeta, encarnación viviente de las ideas avanzadas y de la nueva edad.
Palabra del Dia
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