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Actualizado: 27 de junio de 2025


¡Poverino! ¡Poverino! repetía el monje al caminar lentamente costeando las viejas murallas de la en un tiempo orgullosa ciudad. ¡Pensar que nuestro pobre amigo Burton ha muerto tan repentinamente... y sin decir una palabra! No exactamente una palabra le dije: Antes de morir dio varias instrucciones y dejó algunos encargos, entre los cuales está el haber puesto a su hija Mabel bajo mi cuidado.

Le gustaba lucirse los domingos en el pueblo; pero no le gustaba menos los días de labor marchar en el pescante por la carretera restallando el látigo, entrar en las ventas del camino, contar y oir historias y llevar encargos. La señora de Ohando y Catalina se los hacían con mucha frecuencia, y le recomendaban que les trajese de Francia telas, puntillas y algunas veces alhajas.

Serca de dos horas en este horno... Er comandante, porque soy español, me da siempre estos encargos. ¡Con lo que tengo que escribí en la comisaría!... Y salió apresuradamente, cruzándose con el abate, que volvía en busca de sus ornamentos para colocarlos uno por colocarlos uno por uno, bien contados y limpios, en los estuches de viaje. La banda de música tocaba su concierto matinal.

A su sobrina le prestaba servicios, haciéndole cuantos encargos eran compatibles con sus tareas artísticas. Solía ella enviarle con algún mensaje a casa de su costurera, o se valía de él para recados y compras.

Hízole la buena mujer sus encargos y añadió: Ese Momo, ese mal alma, no quiere ir, y yo no se lo quiero decir a su padre, que le haría ir de cabeza, porque llevaría una soba tal, que no le había de quedar en su cuerpo hueso sano. , , esmérese usted en cuidar a esa cuerva, que le sacará los ojos dijo Momo . ¡Ya verá el pago que le da!, y si no..., al tiempo. Capítulo IX

Mario se sentía turbado por esta actitud, sin entender por completo lo que significaba. No se le mandaba cerrar la puerta, ni escribir los sobres de las cartas, ni que las acompañase hasta casa de unas amigas, ni se le daban encargos para la calle. Cuando doña Carolina rechazaba cualquiera de sus servicios el inocente exclamaba: ¡Pero, mamá, no tiene usted confianza conmigo!

Esto es lo primero que hay que procurar. Si no quiere, buscaremos otro medio.» <tb> Aquel mismo día por la noche Cristeta mandó recado a don Quintín rogándole que fuese a verla. Obedeció el vejete, y hablaron largo y tendido. La sobrina dio encargos e instrucciones; el tío, por la cuenta que le tenía, prometió obedecer.

Pepita presenciaba desde un rincón el tocado de su madre. No se la escapaba el gran cambio que ésta había sufrido. Los trajes elegantes de otro tiempo, se apolillaban abandonados en el guardarropa, sin que nuevos encargos á París y Madrid vinieran á sustituirlos.

A poco fueron buscadas sus estatuas en Sevilla, recibiendo numerosos encargos de obras, algunas de ellas importantes. Así fué, que al construirse el retablo mayor del Sagrario de la Catedral en 1706, por Jerónimo de Barbás, Duque Cornejo trabajó en su adorno, y más tarde, hizo los ángeles y figuras de uno de los órganos de la Catedral, construído hacia 1724.

, pero también perdían un parroquiano que les deja muchas ganancias. ¿Usted no ve que Enrique recibe encargos de toda la provincia? Eso también es verdad..., ¿pero no sabes que a los comerciantes les ciega la avaricia?... ¡Uf, qué gente más mala! Te digo que no puedo ver a los comerciantes, Ricardo; no los puedo ver, ni pintados.

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