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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Pide, pues, como última gracia que se le permita ver á su hijo, y le ruega entonces encarecidamente que le dé muerte, porque si sucumbe á manos de un hombre esforzado se borrará la vergüenza de su suplicio.
El corregidor, antes que oyese tiro alguno, pasó á casa de D. Manuel de Herrera, y le rogó encarecidamente saliese con él por las calles á apaciguar el tumulto, para ver si con su respeto conseguia lo que no habia podido lograr despues de haber empleado muchos medios; á que le respondió no era ya tiempo, y siguió jugando tranquilamente con el cura de Sorasora, D. Isidoro Velasco, y otros, á quienes interesaba poco la consternacion en que estaba el pueblo.
Currita leyó extrañada estas solas líneas: «Si la señora condesa de Albornoz viene a Loyola a confesar sus pecados y a pedir a Dios perdón de sus extravíos, no tiene que fijar hora ni tiempo, porque todos son igualmente oportunos... Pero si viene sólo a hacer a esta Santa Casa testigo del escándalo de su vida, se la suplica encarecidamente evite el disgusto de tener que cerrarle la puerta a su afectísimo en Cristo y humilde servidor, PEDRO FERNÁNDEZ, S. J.»
Ruégote, pues, encarecidamente, ¡oh Monarca poderoso! que castigues con el fuego estas odiosas asociaciones, madres de verdaderos monstruos, y que no nombraré por no ofender á sus autores.
Don Quijote, que los vio tan atentos a mirarle, sin que ninguno le hablase ni le preguntase nada, quiso aprovecharse de aquel silencio, y, rompiendo el suyo, alzó la voz y dijo: -Buenos señores, cuan encarecidamente puedo, os suplico que no interrumpáis un razonamiento que quiero haceros, hasta que veáis que os disgusta y enfada; que si esto sucede, con la más mínima señal que me hagáis pondré un sello en mi boca y echaré una mordaza a mi lengua.
El doctor Ortiz llama aparte al maestro de posta y le interroga encarecidamente sobre lo que sabe acerca de los extraños avisos que han recibido, asegurándole no abusar de su confianza. ¡Qué pormenores va a oír!
Querida tía dije, desasiendo mi brazo, ya le he hecho notar a usted una vez, que éste es mi lugar y que nadie en el mundo me lo tomará. Le ruego, pues, encarecidamente, que limite sus visitas a las otras habitaciones. ¡Ah! ¡Eso es lo que vamos a ver, señorita! gritó ella con voz chillona.
Salió el cacique del pueblo á recibirnos de paz, acompañado de gran multitud de indios, rogando encarecidamente al general, escusase entrar en el pueblo, poniendo su real en el sitio donde nos recibió.
Después de hacerse rogar mucho por sus dos auxiliares, y de suplicar encarecidamente y por los clavos de Cristo que aquello permaneciese en secreto, sacó al fin del bolsillo una carta. Era de Fernanda a una amiga de Nieva.
Bien entonces, si es su amigo, le aconsejo que esté siempre alerta. ¿Está usted seguro de que no ha visto jamás a este otro hombre? ¿qué no conoce a este amigo de Seton? me interrogó muy encarecidamente. Tomé en mi mano el retrato y me acerqué adonde estaba la opaca lámpara de kerosene. Lo examiné muy atentamente y me fijé en todos sus detalles.
Palabra del Dia
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