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Don Juan, pues, tenía fiebre. Pero enérgico, valiente, acostumbrado á acometer de frente las contrariedades vulgares que hasta entonces había experimentado, acometió de frente la dificultad excepcional en que se encontraba metido, y dijo para : El ser yo hijo de Osuna, ya no tiene remedio; en cuanto á doña Clara, será mi esposa, porque lo quiero; Dorotea... Dorotea será mi hermana.

Se le llamaría Antonio Diego Sebastián, porque Sebastián iba a ser el padrino. Por todo pasó Bonifacio. No quería disturbios todavía; podía hacerle daño a Emma cualquier disgusto. No, ahora no. Todo lo aplazaba. ¿No estaba él decidido a ser muy enérgico? ¿No estaba decidido a salvar, si era tiempo, los intereses de su hijo, y a darle el ejemplo de la propia dignidad?

Sabiendo que te quiero tanto... Y yo a ti... ¿Pero por qué no te sientas? No... Me voy en seguida. No he venido más que a traerte una cosa... A traerme una cosa... ¡a ! , verás. Y diciendo verás, hizo con el brazo derecho un raudo y enérgico movimiento, y le descargó tan de lleno la mano sobre la cara, que la otra no pudo resistir el impulso, y dando un grito, se cayó al suelo.

Las palabras de Pepe tenían acento de sinceridad, pero iban saliendo de sus labios tardas, premiosas; hablaba como hombre que, sin esperanza de éxito, cumple un mandato de su conciencia, tanto más enérgico, cuanto más súbitamente concebido; quería demostrar buena voluntad antes de desplegar la energía de que era capaz.

«Bien fusilada está afirmaba interiormente su autoritarismo de hombre enérgico acostumbrado á mandar hombres . ¿Qué hubieses hecho al formar parte del tribunal que la condenó?... Lo mismo que los otros. ¡Piensa en los que han muerto por ella!... ¡Recuerda lo que dice Tòni

Ana al darle la mano tuvo miedo de que él se atreviera a apretarla un poco, pero no hubo tal; dio aquel tirón enérgico que él siempre daba, siguiendo la moda que en Madrid empezaba entonces; pero no apretó. Se sentó a su lado, eso , y al poco rato hablaban aislados de la conversación general.

Y dio un chillido y se agarró a don Saturno que, patrocinado por las tinieblas, se atrevió a coger con sus manos la que le oprimía el hombro; y después de tranquilizar a Obdulia con un apretón enérgico, concluyó de esta suerte: Tales fueron los preclaros varones que galardonaron con el alboroque de ricas preseas, envidiables privilegios y pías fundaciones a esta Santa Iglesia de Vetusta, que les otorgó perenne mansión ultratelúrica para los mortales despojos; con la majestad de cuyo depósito creció tanto su fama, que presto se vio siendo emporio, y gozó hegemonía, digámoslo así, sobre las no menos santas iglesias de Tuy, Dumio, Braga, Iria, Coimbra, Viseo, Lamego, Celeres, Aguas Cálidas et sic de coeteris.

En un momento, todo el espacio libre que había ante los músicos se cubrió de faldas pesadas, bajo cuyo rígido y múltiple ruedo movíanse los pequeños pies, metidos en blancas alpargatas o amarillos zapatos. Las anchas bocas de los pantalones cimbreábanse a un lado y a otro con el rápido movimiento de los saltos o el enérgico pateo que hería la tierra levantando nubecillas de polvo.

Esto es decir demasiado, si se refiere á todas las comedias de Tirso, que á veces nos presentan mujeres débiles y hombres de carácter enérgico; pero no puede negarse que es exacto este juicio, aplicado á la mayoría de sus obras dramáticas, y que demuestra cuáles eran las ideas particulares de este poeta, en general, acerca de los caracteres esenciales y distintivos del sexo masculino y femenino.

Pero quien repare un poco en la vida de los hombres notables que honran á la humanidad, comprende desde luego que Shakespeare, con una vida más tranquila, con una instruccion más sólida, quizás hubiese escrito dramas ménos gigantescos; que Moratin, nacido en el siglo XVII, acaso no hubiera tenido un talento bastante enérgico para salir de la oscuridad; que Hartzenbusch, ménos sabio y despues de arrojar en Los Amantes de Teruel todo lo que un hombre solo puede inventar, acaso hubiese valido ménos, mientras la musa inquieta y viva de Narciso Serra probablemente se habria muerto de fastidio en la fria, aunque sana atmósfera de una biblioteca.