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Contemplaban ellos a las damas, mudos y con grandísima emoción, gozando íntimamente en la sorpresa y terror que sus espantables cataduras producían en aquellas señoriticas tan requetefinas. Uno de los pequeños intentó echar la zarpa al abrigo de Jacinta; pero la zancuda empezó a dar chillidos: «Quitarvos allá, desapartaísos, gorrinos asquerosos... que mancháis a estas señoras con esas manazas».

Pues, ¡caray! a todo echar, de una futesa... de una muchachada, eso es... Que el señor don Alejandro se entera de ella... se entera de ella, corriente... que se incomoda un poquito... eso es, y te echa a ti, Leto, un rifirrafe, y otro rifirrafe a su hija... Pues pongámoslo en lo más... y que haya rifirrafe: para igualmente, ¡caray!... y hasta para usted también, don Claudio... eso es, , señor, un rifirrafe para cada uno... ¿Y qué?... Por más vueltas que le demos, siempre saldrá en limpio, en limpio, eso es, lo que antes dije: una muchachada... que servirá de gobierno para en adelante, y que se acabarán esos recreos peligrosos para ella... ¡muy bien acabados, caray! ¡Ojalá tuviera yo influjo bastante para obligarte a ti a lo mismo!

Con esto, en vez de pasear todo el día por las calles con sus amigos, o ir a la puerta de Jerez a echar flores a las cigarreras, o a esperar por la tarde la vuelta de las operarias de la Cartuja, le gusta quedarse en casa cuando Fernanda va a pasar la tarde con su hermana y visitar con frecuencia la casa del padre de aquélla, que era maestro tornero en bronce y marfil. ¿Y todo para qué?

Aquí fué recibido y hospedado con mucho amor y benevolencia del señor del lugar, quien entendida la causa de su ida, mandó luego echar bando por todas las Rancherías del contorno, que se juntasen día señalado todos los caciques á Concejo, para resolver el negocio de su conversión; y se ejecutó así el día último de Julio, consagrado á nuestro gran Padre y Patriarca San Ignacio.

Bueno; transijo con el tercer lugar en el escalafón, pero de ahí no paso; como usted me quiera echar al cuarto, me sublevo. Ambos se rieron.

Peguéla una trisca que la dejé por muerta, y á los tres días me vende una sábana por media azumbre de caña; doila ayer veintiún cuartos pa carne, y bébelos tamién... Y á too esto, las criaturas esnudas, yo sin camisa, y sin atreverme, si á mano viene, á echar un vaso de vino un día de fiesta. ¿Por qué no la conjuras, tiña? Pué que sea mal-dao.

Para esto era preciso echar a rodar todo lo demás, romper aquel hilo que ella tenía en la mano y del que estaban colgadas la honra, la tranquilidad, tal vez la vida de varias personas. Al pensar esto Petra se encogió de hombros.

Ya no seguí, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba después de almorzar, ni aun para ir á la de Valverde, donde vivían unos amigos. Por la noche, después de comer, como no había peligro de ver á Teresa, la cruzaba velozmente y sin echar una mirada á la casa.

Servidor y capellán... respondió gozoso el eclesiástico, tratando de echar pie a tierra, ardua operación en que le auxilió el abad . ¿Y usted... exclamó, encarándose con su interlocutor es el señor marqués? ¿Cómo queda el tío? ¿Usted... a caballo desde Cebre, eh? repuso éste evasivamente, mientras el capellán le miraba con interés rayano en viva curiosidad.

Antes que me descubran y descapiroten, fuerza es que se apaguen todas esas luces. Abu-el-Casín así me ha hablado: cuando llegó a , hubo de echar al agua para apagarlos a los esclavos que él sabiamente convirtió en hachones encendidos. La obscuridad es lo que me conviene por ahora. Lo entiendo respondió el Sultán . Hágase como lo dices.