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Actualizado: 2 de julio de 2025
Vense en las paredes blasones de brillantes tintas, sobre suntuosos sepulcros, en que duermen el sueño del mármol arzobispos y condestables, príncipes y guerreros, empuñando báculos ó espadas. Los perros y leoncillos en que apoyan sus pies, parecen prestar atento oído á todo rumor que en el templo suena.
En la última banqueta de detrás, tendido cual una masa inerte, iba un hombre cubierto con un waterproof de señora, que los rayos del sol recalentaban: bamboleábase con grave riesgo de caer a los movimientos del coche y roncaba con esa especie de ruido asmático, propio de los borrachos viejos cuando duermen la mona.
¿Qué pajarracos son ésos? preguntaron Hans y Cornelio, sorprendidos. Pteropus eduli respondió el Capitán riéndose , o diciéndolo más claro, murciélagos gigantes, que esperan que se haga de noche para echarse a volar. Son enormes observó Hans . ¿Y qué hacen en esa rara posición? Duermen, después de haberse comido todas las frutas del árbol; pues son muy glotones respondió Van-Stael.
Nunca había apreciado, como ahora, la frivolidad y el mal gusto de este palacio, que era el corazón de Mónaco. Si el «monumento de confitería» frase de Castro cerraba sus puertas, todo Monte-Carlo quedaría en una soledad de muerte, lo mismo que esas ciudades que fueron puertos en otros siglos y ahora duermen, despobladas, lejos del mar que se retiró.
La situación es hermosa, no lo niego, y hasta me gusta mucho... Pero el marido... ¿Me gustará el marido?... 2 de noviembre. Día de duelo y de tristeza... La vida está hoy como suspendida, y todos olvidan los cuidados cotidianos para no pensar más que en sus queridos muertos, segados por la inexorable fatalidad y acostados en la tumba donde duermen su último sueño.
Este desventurado ser se hallaba en el momento de nuestra descripción echado á los pies de María de la Paz, semejando en su actitud á los perros ó cachorrillos que duermen el sueño del mármol inerte á los pies de la estatua yacente de un sepulcro. Las de Porreño se levantaban á las siete de la mañana, tomaban un chocolate del más barato, y se iban á las Góngoras.
-No des en eso, Altisidora amiga -respondieron-, que sin duda la duquesa y cuantos hay en esa casa duermen, si no es el señor de tu corazón y el despertador de tu alma, porque ahora sentí que abría la ventana de la reja de su estancia, y sin duda debe de estar despierto; canta, lastimada mía, en tono bajo y suave al son de tu arpa, y, cuando la duquesa nos sienta, le echaremos la culpa al calor que hace.
"¡Válame Dios! decía entre mí . ¿Quién podrá remediar esta maldad? ¿Quién será poderoso a dar a entender que la defensa ofende, que las centinelas duermen, que la confianza roba y el que os guarda os mata?"
No habían conocido a su madre, y Fermín ocupó para la pequeña el vacío que dejó al morir aquella mujer, cuyo rostro, bondadoso y triste, apenas si recordaban. ¿Cuántas veces, a la edad en que otros muchachos se duermen en un regazo tibio, había hecho de madre para ella, meciéndola muerto de sueño, sufriendo sus llantos y sus manotones? ¿Cuántas veces, en la época de miseria, cuando el padre no tenía trabajo, había sofocado su hambre para darla el mendrugo que le regalaban otros chicos, compañeros de sus juegos?... Cuando ella sufrió las enfermedades de la infancia, su hermano, que apenas pasaba la cabeza del borde de la cama, la había velado, había dormido con ella sin miedo a la infección.
Pero no todos los que comen en la Precisa y en Próculo y los que duermen en la yácija de Han de Islandia son intelectuales. La mayoría sólo son navegantes... que en las turbias aguas tienden su anzuelo a la sombra de la bohemia pintoresca. La última copa de Edgard Poe
Palabra del Dia
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