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Actualizado: 27 de julio de 2025


Y en cambio, y ofreciendo el más doloroso contraste, los misérrimos caballejos criollos del Regimiento Núm. 3, á duras penas han podido llenar medianamente su cometido.

Ahora tenía obligaciones que absorbían todas sus fuerzas; colaboraba en la formación del porvenir; era un hombre. Estoy contento repitió. El padre lo creía. Pero en un rincón de su mirada franca se imaginó ver algo doloroso, un recuerdo tal vez del pasado que persistía entre las emociones del presente. Cruzó por su memoria la gentil figura de la señora Laurier.

Hoy hace veinticuatro años que comulgué por vez primera. ¡Cómo se aleja la existencia! Sólo es un sueño la vida, ¡Dios mío! Dadme el sueño tan doloroso como queráis, pero concededme un buen despertar. 11 de septiembre. Han venido a pasar el día con nosotros mi cuñado y la señorita de Lamartine, su hermana.

El aperador entró en la gañanía, y antes de llegar al montón de harapos de la enferma, oyó el ruido de su respiración, un soplido doloroso de fuelle descompuesto, que dilataba y contraía el mísero costillaje de su pecho.

Roberto Vérod se decía que él también llegaría a olvidar, pero el tiempo tardaba en concederle ese ambicionado bien. En ciertas ocasiones, cuando un nuevo pensamiento le distraía de tan doloroso recuerdo, el joven temblaba, porque ese nuevo pensamiento era infinitamente más grave.

Pues señor dijo el cocinero mayor, rebujándose de nuevo en su capotillo , sigue lloviendo, y la noche no es más clara que un tizón; ¿y á donde voy yo ahora? El alcázar estará cerrado á piedra y lodo; y aunque no lo estuviera... por nada del mundo voy yo á mi casa á despedazarme el alma con aquel doloroso espectáculo; ¡mi dinero!, ¡mi mujer!, ¡mi hija!

, es necesario que te vengues dijo el bufón, que enloquecía por Dorotea ; si no es necesario que me vengue yo... ¡Vos! exclamó la joven ; ¡os ha hecho también desgraciado ese hombre! ¡Oh! , ¡muy desgraciado! Vuestra desgracia, sea cual fuere, no puede compararse con la mía dijo Dorotea, que tenía el doloroso egoísmo de creer que su desgracia era la mayor de las desgracias posibles.

Al mismo tiempo dijo con voz débil, como si acabase de sentir una repentina enfermedad: No puedo, amigos míos... Esta noche me es imposible... Otro día, tal vez... Volvió á insistir el grupo de admiradores, y la condesa repitió sus protestas con un desaliento cada vez más doloroso, como si fuese á morir. Al fin, los invitados la dejaron en paz, para ocuparse en cosas más de su gusto.

Cierto que esta devolución era para ella un trance doloroso, algo como la separación de un hijo que se va a la guerra a que le maten, pues aquel guano, entregado a su dueño, pronto se perdería en el desorden y los vicios.

¡Michel, Michel! dijo saliendo de su estupor doloroso y extendiendo hacia él los bracitos desnudos. Miguel se dirigió a ella mirando a todas partes como un ladrón que teme ser sorprendido. Al instante quedaron los dos confundidos en un estrecho abrazo: del cual abrazo resultó Miguel completamente despeinado, con la cara llena de baba y sin corbata. Julita la blandía en señal de triunfo.

Palabra del Dia

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