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Actualizado: 22 de julio de 2025
¿Verdad que tiene razón Frígilis? ¿Qué dice ese sonámbulo? Que la Regenta se parece mucho a la Virgen de la Silla. Es verdad; la cara sí... Y la expresión; y aquel modo de inclinar la cabeza cuando está distraída; parece que está acariciando a un niño con la barba redonda y pura.... ¡Hola, hola! ¡el pintor! Las chispas de los ojos de la jamona saltaron como las de un brasero aventado.
Me está molestando mucho... Busca las hilas y la pomada, y trae unas tijeras que corten bien. Ventura salió sin decir nada. Poco después volvió con aquellos enseres en las manos. Se había puesto seria y parecía distraída. El tenía impreso en el rostro el hastío y el malestar que causa la cama.
El joven se retorció el bigote con expresión distraída y su mirada vaga pareció buscar en el espacio una silueta fugitiva. La tía Liette le observaba como al descuido. ¿Está en camino, Carlos? preguntó maliciosamente. No, todavía está en las nubes. Y con una risa un poco forzada para ocultar su confusión, el joven dio un sonoro beso en la frente de la empleada.
Sacramento iba sonriente, locuaz, deleitándose en respirar, como excitada por la viveza del aire: Soledad callada, distraída, viendo las cosas sin mirarlas, oyendo, hablar a su hermana sin fijar la atención.
Sin embargo, sintió un fuerte estremecimiento al escuchar muy cerca de su oído estas palabras: ¡Qué hermosa te has puesto, Fernanda! Se hallaba tan distraída que no advirtió que el conde se había sentado a su lado. Involuntariamente se llevó la mano al sitio del corazón. Repuesta inmediatamente, sonrió diciendo: ¿Te parece? Sí... Y yo qué viejo, ¿verdad?
Pero Juan los miraba con atención distraída; para él, todos allí eran cortesanos que se agitaban en torno de la estrella, y no tenía bastantes ojos para seguir los movimientos de María Teresa. Estaba deliciosa en aquella decoración de muebles antiguos, destacándose delicadamente sobre el fondo de oro de los viejos tapices de brocado tendidos sobre el muro.
Alzó el jesuita la cabeza y fijó en la niña sus ojos levemente bizcos, como son los de las personas hechas a concentrar y sujetar la mirada. Y con la vaga sonrisa distraída de las gentes meditabundas, y en el propio tono confidencial: Vete en paz, y Dios Nuestro Señor te acompañe, que es buen acompañante contestó . Ya he rezado por ti el itinerario, para que volvamos tan sanos y satisfechos.... Acuérdate de lo que te avisé, chiquilla; ahora ya somos, como quien dice, una señora casada y de respeto; y aunque nos parece que todo se va a volver florecicas y mieles en el nuevo estado, y nos largamos por esos mundos a echar canas al aire y divertirnos.... ¡cuidadito, cuidadito!, puede que donde menos se piense salte la liebre, y tengamos rabietas, y pruebecitas y trabajos que no tuvimos de niños.... No ser tonta entonces.... ¿eh? Ya sabemos que Aquel que anda por allá arriba moviendo aquellas estrellas tan preciosas, es el único que nos entiende y nos consuela cuando a
Sentado delante de la mesa de trabajo, fastidiado de todo, en un abatimiento físico y moral angustioso, como nunca había sentido, seguía con la mirada distraída las nubes negras que invadían poco a poco todo lo que quedaba de cielo azul. Y semejantes a aquellas nubes, sus ideas sombrías chocaban entre sí, torturando su cerebro.
Comenzó a recordar a Granada con enternecimiento, asegurando que allí se divertía la gente mucho más que en Sevilla. No dijo en qué. Traía a la memoria algunos episodios bastante ñoños de su niñez, que yo escuchaba con aparente atención, respirando, al fin, libremente, al verla distraída.
Rafaela, la vieja criada, entraba y salía con frecuencia en la sala baja, donde se hallaba Juanita, y abandonando la cocina dejaba ver que tenía mucha gana de enredar conversación con la joven. Le habló varias veces, pero distraída Juanita por sus pensamientos, sólo respondía con monosílabos, sin dar pábulo a la conversación, y la conversación expiraba.
Palabra del Dia
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