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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Algo ha pasado que te apena.... Tú padeces.... ¡Habla, Rorró, habla por Dios! ¿Con quién has de quejarte si no es con nosotras? ¡Nada, tía, nada!... He dormido toda la tarde, y la modorra me tiene así. ¡Vamos a la mesa! Salté de la cama, ofrecí mi brazo a la anciana, y paso a paso nos dirigimos al comedor.
Como si aquellos monasterios durasen todavía; como si pudiéramos aun ver por allí la figura de aquel santo sacerdote que los visitaba y edificaba á todos; espiarla trepando hácia ellos por las mismas trochas y senderos que nosotros recorrimos, y perderse como una mota negra entre aquellos carrascales y encinares, enseñándonos el camino á todas las santas casas de la Sierra; duélenos no haber fijado nuestro albergue entre aquellas montañas de tan magníficos horizontes; é internándonos con la mente hasta la horrible soledad y montuosa aspereza donde estuvo edificado el famoso monasterio Armilatense, cuyas ruinas retrata todavía en su impetuoso nacimiento el Guadamellato, dirigimos á los gloriosos santos formados en sus claustros aquella misma salutacion afectuosa de Carlomagno á Paulo Diácono, monge de Monte Casino.
Mi coche está ahí. Iremos juntos. ¿Adonde nos dirigimos? Telefonaremos a las señoras, que vendrán a reunirse con nosotros, y así se conocerán mejor. Dicho y hecho; el vizconde y el señor Ocervo suben a la misma limosina; todo el mundo está locamente alegre, menos el chauffeur del vizconde, que no comprende nada de esto.
Sacaré una copia, y le prometo que en el primer libro que escriba la publicaré, haciéndome solidario de las ideas que encierra. Los últimos acordes del Fausto, fueron arrancados al piano, á la sazón que el toque de las ánimas nos recordó que el Padre cenaba á esa hora, y por lo tanto nos dirigimos al convento. La promesa de mi amigo Pardo, no se dejó esperar.
Si en aquella escuela se recoge tanta ciencia como basura, con el tiempo será Tiaong un pueblo de Sénecas. En las primeras horas de la mañana del cuatro nos dirigimos á Dolores. El camino á este pueblo puede recorrerse en carruaje, en época de secas, en la de aguas se pone intransitable.
Deseamos el pasado glorioso, los brillantes siglos de los Reyes Católicos, de don Carlos y de los dos Felipes, y a ellos nos dirigimos cuando hablamos de que España vuelva a sus buenos tiempos. Pues esos siglos, don Antolín dijo Gabriel con calma , son los de la decadencia española; en ellos se inicia nuestra ruina. No me extraña su indignación: usted repite lo que le han enseñado.
Luego que ya no divisamos el buque, nos dirigimos á la plaza de la Concordia, con ánimo de tomar el ómnibus que viene del arco de la Estrella. Á los pocos pasos que dimos, nos encontramos con un hombre que estaba sentado sobre el muelle, inmediato á una cuerda que iba á sumergirse en el rio. Al ingeniero le faltó tiempo para preguntarle qué significaba aquella cuerda.
En pocas palabras le expliqué lo sucedido, y él me escuchó en silencio. Luego que hube terminado, murmuró algo, se persignó, y, como nos despertaron los pasos que se aproximaban del sacristán, salimos afuera y nos dirigimos hacia la ancha plaza, que ya estaba envuelta en una semiobscuridad.
Tales preocupaciones no me permitieron encontrar largo el camino y me creía aún muy lejos de C * cuando nos hallábamos en sus puertas. Nos dirigimos directamente a la estación, atravesando la ciudad con toda la rapidez de que eran capaces las piernas secas, de nuestro jamelgo. Como mi tío, no era ni corpulento ni delgado, habíamelo figurado alto y enjuto de carnes.
Matildita concluyó por declarar que dudaba mucho de mi serenidad, y que desearía encontrarse en mi lugar, «porque ella era capaz de leer versos delante de la misma reina de España.» Después de tomar té en la Británica los cuatro, viendo que llegaban las nueve, me levanté con arranque diciendo: Vamos, Señores. Y nos dirigimos a la acera de enfrente, donde estaba el casino.
Palabra del Dia
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