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Actualizado: 4 de septiembre de 2025
Por santa obediencia se resignó á entrar en el estanco, y no pude menos de soltar la risa, cuando observé la cara de vinagre que mi mujer puso al ver los dos francos en el mostrador. ¡Lástima de dinero! dijo furtivamente, y nos dirigimos á la Bolsa.
Aquella misma tarde, a eso de las seis, habiéndome reunido con Reginaldo, pues así lo habíamos convenido, en el estudio del señor Leighton, los tres subimos a un coche y nos dirigimos a la Scotland Yard, donde tuvimos una larga conferencia con uno de los oficiales superiores de la policía, a quien explicamos las circunstancias y nuestras sospechas de que se hubiera cometido un crimen.
Por este camino vamos á Chipre, no á Jerusalen. ¡Con cuánto talento queria Napoleon convertir esta iglesia en templo de la Gloria! Nos dirigimos al altar mayor, y este gran monumento me confirmó más en mi juicio.
Nos dirigimos á las Tullerías y al Louvre, atravesamos el inmenso patio de este inmenso alcázar, torcimos á derecha para tomar el Puente Nuevo; á poco estábamos en el muelle de Voltaire, y luego en la famosa calle de la Universidad.
Nos sentamos en el ángulo de la izquierda, casi tocando la ventana que da vistas al paseo del Palacio Real. Dirigimos una mirada diplomática á los paseantes, á las glorietas, á las flores, á las fuentes, y en aquel momento nos creiamos duques ó grandes de España. ¡Sólo que el bolsillo estaba asustado!
No sé si es historia; pero entre un español y un francés, hay algo que riñe. Almorzamos en la calle Vivienne á las doce dadas, y dirigimos nuestras visitas á diferentes travesías de los bulevares. Apenas se encuentra establecimiento comercial de alguna importancia, en donde no aparezca, en puerta ó balcon, algun privilegio manifestado en pequeña ó grande medalla imperial.
Madama Fonteral cogió la escalera, balbuceando palabras que no comprendimos, y mi Ana y yo nos dirigimos una ojeada, como si nos quisiéramos decir: ¡qué excelente mujer! Desde este dia, miramos á Madama Fonteral con un verdadero y entrañable cariño. Tal vez esa pobre lechera es la persona á quien más queremos en Paris.
Diríjanse á cualquier magistrado y según el humor en que se halle, les dirá con ironía que se metan en la malla dirigiéndose al ministro del ramo, ó les declarará con indignación que van á dirigir un reto á la justicia. Dirigimos, en efecto, ese reto, exclamó Marenval. Pero no nos dirigiremos á nadie más que á usted, añadió Tragomer.
Figúrate que ha sido una nube de verano; ya pasó. Ahora nos dirigimos al Banco, con el fin de cobrar un billete de mil francos, y es el tercero que va de marcha.
Sin embargo, no es nada agradable verse acosado por la sospecha de que nuestra inteligencia se va extinguiendo; ó que se va desvaneciendo, sin darnos cuenta de ello, como el éter en una redoma, que hallamos más y más reducido á cada mirada que le dirigimos.
Palabra del Dia
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