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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Caza hay mucha en sus bosques, y el poco cacao que recoge es muy estimado. En la tarde del veintiuno nos dirigimos al pueblo de Atimonan. El camino que conduce á aquel, salvo ligeros trayectos, no se separa de la playa.
Esto procede de que Abelardo y Eloisa, antes que á la historia de un país, tocan á la historia del corazon, que es la historia más universal del género humano. Al dejar la calle en cuestion, dirigimos un triste saludo á los desgraciados amantes. Última curiosidad de este dia. Cerca de la Plaza de la Concordia, hemos visto á la Emperatriz y al Príncipe.
Faltaba algún tiempo para la llegada del tren y nos dirigimos por una pradera al cercano arroyuelo. Me prometieron enviarme noticias y me colmaron de atenciones y elogios; aun el viejo Sarto estaba afectado y Tarlein profundamente conmovido.
Justamente.....; la grandiosa Casa de los Padres..... Muchísimas gracias..... replicó el más liberal de nosotros cuatro, levantando la sesión con un saludo. Y todos nos dirigimos allá resueltamente.
Rodolfo: usted no gusta del tresillo.... Venga usted acá. Le enseñaré unas acuarelas de mi maestro.... Nos dirigimos a la sala que estaba a media luz. Mientras Gabriela fué a traer los dibujos yo me acerqué a la reja. La plaza estaba iluminada a «giorno», como decían los programas de la Junta. En el Palacio ardían centenares de vasos de colores.
Avanzamos lentamente arrastrándonos bajo las ramas; luego, tendidos sobre el vientre, apoyando la cabeza en nuestras manos, dirigimos nuestra mirada hacia el vacío. Las paredes del pozo circular, ennegrecidas á trozos por la humedad que destila la roca, descienden verticalmente; apenas si algún pequeño saliente se insinúa fuera del plano de los muros de piedra.
El Canton. Su historia. Sus instituciones y productos. El régimen comunal. La ciudad de Neuchâtel. Un panorama suizo. El sol de la tarde brillaba con melancólica hermosura sobre las crestas de las montañas jurásicas y el lago y las campiñas riberanas, cuando nos embarcamos en el vapor Aigle y nos dirigimos hácia el puerto de Ouchy, costeando la ribera setentrional.
Illic sedimus et flevimus....., al modo de los hebreos junto á los ríos de Babilonia. Pasó aquel momento de emoción, disimulable en tan aciaga fecha, y desde el convento nos dirigimos á una ermitilla, llamada de Belén, que dista de él medio kilómetro, y á donde solían encaminar los frailes su paseo de invierno costumbre que adquirió también Carlos V.
Desde este paso se rectificó la demarcacion de los Manantiales, y se demarcó la posta ó estancia de Francisco Antonio, cuyo camino habiamos de seguir al O 16° NO. Del Arroyo de Pavon nos dirigimos á la posta ya expresada, y anduvimos 7 leguas de buen camino, al rumbo ya citado.
Decidimos, Zelayeta, Recalde y yo no entrar en clase, y, corriendo, nos dirigimos por el monte Izarra hasta escalar su cumbre. Hacía un tiempo obscuro, el cielo estaba plomizo, y una barra amoratada se destacaba en el horizonte; el viento soplaba con furia, llevando en sus ráfagas gotas de agua. Las masas densas de bruma volaban rápidamente por el aire.
Palabra del Dia
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