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Lo mismo fué ver el sobrino del arzobispo al arcediano Alvarez Córdoba, se fué para él y con mal talante le dirigió la palabra. Alzóse del suelo D. Alonso, y allí mismo comenzó un vivo diálogo, en el que se recordaron antiguos resentimientos, se sacaron á relucir actos por una y otra parte y empleándose palabras impropias del lugar y de las personas que las decían.

Al cabo de un momento los abrió, miró fijamente al P. Gil, dirigió después la vista a los óleos que tenía en la mano, y sus labios amoratados quisieron plegarse con una sonrisa. ¡Al fin me han untado ustedes! dijo con voz apenas perceptible. Han hecho bien... Pero esta máquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes la echen...

Penetré algunos pasos en el interior de aquel alegre aposento y me detuve ante un espectáculo que no descubrí a primera vista. Dando la espalda a la puerta por donde yo acababa de entrar, vi a un hombre recostado en un canapé. Levantose, sin darse cuenta de mi presencia, y se dirigió bruscamente a una de las ventanas.

Bachiller en 1912 y abogado en 1916, paró en militar, siendo ahora teniente del tercer regimiento de infantería de la división filipina al servicio de Norte América. En Ilo-Ilo dirigió "El Adalid". Fué luego redactor del "The Philippines National Weekly". Ha publicado en Manila, 1921, un volumen de versos: De mi jardín sinfónico.

Y como su estatura le permitía ver por encima de los tejados, se dirigió hacia el puerto por el camino más corto. Ra-Ra, luego de quedar sumido en el fondo del bolsillo, se asomó á su abertura, braceando entre gritos de desesperación.

Terminada su victoria, Perla regresó tranquilamente al lado de su madre, á la que dirigió una risueña mirada. Sin otra aventura llegaron á la morada del Gobernador.

Luis María se dirigió entonces a con la tercera sonrisa forzada de esa noche: ¿Quiere que vayamos? Con mucho gusto le dije. Y fuimos. Entró el médico sin hacer ruido, entró Luis María, y por fin entré yo, todos con cierto intervalo. Lo que primero me chocó, aunque debía haberlo esperado, fué la penumbra del dormitorio.

Lo quiero... Jacobo trató de detenerla, de calmarla. ¡Lea! La cantante lo miró profundamente, le dirigió otra sonrisa y se arrojó en sus brazos en un movimiento apasionado, diciéndole: Dame un beso, ¿quieres? Es la última vez que estamos juntos. Permíteme que al partir lleve en la frente el recuerdo de tus labios.

Y por un simultáneo impulso de compasión, volviéronse presurosos y sujetaron a Gonzalo, cuya rabia cruel aun no se había apagado. El contacto de las manos de aquellos señores le volvió a la razón. Les echó una larga mirada siniestra y extraviada, y sin decir palabra, recogió el sombrero y se dirigió a la puerta de la quinta, mientras los padrinos conducían al Duque moribundo a casa.

Y en efecto, con la violencia que caracterizaba todas sus acciones, al pasar por delante de la casa entró en el portal y se dirigió a la garita de los porteros. ¿Tiene usted la amabilidad de decirme quién habita el cuarto tercero de esta casa? Son dos señoritos muy jóvenes, hermano y hermana. Sólo viven aquí desde hace cuatro meses. Han quedado huérfanos, al parecer, hace poco tiempo....