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Actualizado: 2 de junio de 2025
Entonces, Dios mío, ¿qué va a ser de nosotras? Las jóvenes que no tienen carácter, están expuestas a ser desgraciadas no casándose... Las que lo tienen, están amenazadas de sufrir casándose... ¡Qué dilema, señor cura! Sí dijo el cura pensativo; es cierto que ahí está el escollo. El matrimonio sufre la suerte común a las cosas de la tierra; está atravesando una crisis...
La pacífica solución del «lance personal» dejaba sin embargo en blanco el problema de la culpabilidad del capitán Pérez. ¿Era traidor? ¿No era traidor?... Tal era el dilema que corría en todas las bocas. Unos se declaraban por la culpabilidad del capitán Pérez, otros por su inocencia. Y las discusiones violentas y sutiles arreciaban como en las grandes crisis políticas.
Ella se echó a reír con incredulidad; pero Rubín repitió el me caso contigo tan solemnemente, que Fortunata lo empezó a creer. «Hace tiempo añadió él , que lo había pensado... Lo pensé cuando te conocí, hace un mes... Pero me pareció bien no decirte nada hasta no tratarte un poco... O me caso contigo o me muero. Este es el dilema». Tie gracia... ¿Y qué quiere decir dilema?
Por eso Catalina, al notar el creciente descrédito de sus vampiros, se veía obligada a resolver un dilema insoluble: o contratarse en barracones de tercero y cuarto orden, donde se pagaba poco a las «artistas», y exponerse por consiguiente a las diarias sobas de Raguet, o bien abandonarlo y marcharse con sus animalejos en jira por las provincias y el extranjero... Esto último hacíasele imposible.
Mas retardando Evathlo la execucion, Protágoras le movió un pleyto, y habló en su favor á los Jueces con este dilema: "Ya sea que te den, Evathlo, sentencia en favor, ya en contra, me has de pagar la deuda: porque si pierdes el pleyto, la pagarás por la sentencia: si lo ganas, la pagarás por lo tratado; pues has ofrecido pagarme el dia que defiendas un pleyto y le ganes."
Siempre dice: «Yo, que he recibido una educación académica....» Mi padre quería seguir la carrera de autor dramático, y cuando le convencieron de que no había semejante carrera, respondió: «Pues si no autor dramático, zapatero.» ¡Peregrino dilema! No puedo por menos de reírme.... Estas cosas raras e ilaciones sorprendentes, eran las que divertían al conde. Le estoy fastidiando a usted....
Su primera idea de que el Conde fuese, si dejaba a doña Beatriz, o su marido o su amante, se limitó a uno solo de los dos términos del dilema. La Marquesa, tan libre hasta allí, decidió sujetarse al dominio de aquel hombre.
Todo su ser moral va todavía a apoyar esas buenas razones por el terror de los castigos de la otra vida que esperan a la mujer desprovista de la égida de un marido. La pobre mujer de la antigüedad está, pues, colocada en el dilema más espantoso: un marido, o nada de dicha en la tierra, ni de reposo eterno.
Y como la infeliz Ramona carece del valor que para el suicidio premeditado se requiere, o bien, si el valor no le falta, su conciencia moral o religiosa le veda cometer tan horrendo crimen, Ramona opta por el otro término del dilema, y bien se ve, al terminar la novela, que va a incurrir en un pecado más feo, más sucio y más plebeyo, aunque menos feroz y menos contrario que el suicidio al orden natural y a la razón y a la voluntad divinas.
Quedó silenciosa un momento, como quien está ideando un medio de resolver un dilema; después me respondió: Si quiere usted venir, para mí será un verdadero placer. Sí, debe ayudarme, porque puede ser que descubramos la clave del enigma cifrado de las cartas. Mi pobre padre, medio mes antes de morir, estuvo allí unos tres días. ¿Y cuándo partiremos?
Palabra del Dia
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