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Actualizado: 11 de julio de 2025


Cuando niños, ha sido la alegría de todos nosotros correr diestramente á lo largo de este borde tembloroso y hundirlo á patadas en enormes fragmentos, huyendo oportunamente para no ser arrastrados en la caída, siendo grande nuestra alegría, cuando una enorme masa de tierra se desprendía y caía con estrépito enturbiando extensamente el agua del arroyo.

Los Estados Unidos tuvieron un hombre-globo que subió cuanto pudo, y manejando diestramente su válvula, descendió como y cuando le plugo; de Francia hicieron mil su ascensión, que están todavía en altura, haciendo la admiración de los espectadores; la Suecia mira uno en su pináculo todavía; y si el mayor de todos fue a parar hasta Santa Elena, es preciso confesar que hay descensos gloriosos, como retiradas honrosas.

El conde sujetó muy diestramente a su caballo y dijo echando pie a tierra: ¿Quieres que volvamos juntos, tío? Con mucho gusto, amigo mío. Púsose al brazo las riendas del caballo, penetró con su tío bajo las altas arboledas que rodeaban el castillo y siguió el mismo camino en que la pobre miss Dodson vertió tantas lágrimas veinticinco años antes. Veo que eres todavía un brillante jinete.

Tomad la posta, y tanto dure vuestro viaje como la música y letra de vuestro amo. Y esto diciéndole, y pasándole la mano por la boca, como si le pusiese algo en ella, y después inclinándose a su oreja como para encomendarle alguna cosa, lo dejó ir, agarrándose él a la vihuela, la que, rasgueando diestramente, cantó con ella.

¿Son muchos? preguntó Cornelio. Cuarenta, por lo menos respondió el Capitán. ¿Usan armas de fuego los papúes? Armas de fuego, no; pero flechas envenenadas con jugo del upas, y que lanzan muy diestramente con la cerbatana. También usan lanzas y ciertas hachas pesadas, que llaman parangs, con las cuales, de un solo golpe decapitan a una persona. No hay, pues, que jugar con esos salvajes.

El señorito lo percibió, aunque tenue, clarísimo, y vio el cañón de la escopeta apuntado tan diestramente que de fijo no se perdería el disparo: el cañón no amagaba a su pecho, sino a las espaldas de Julián.

Butrón escuchaba asombrado, tragándose, una a una, como un bolonio, toda aquella sarta de mentiras, diestramente entrelazadas con algunas escasas verdades; cruzó las manos con trágico ademán y exclamó con el aire de un Catón escandalizado: ¡Eso es nauseabundo!

Roussel, con el cual pasó Mauricio la mañana, antes de ir á la Celle-Saint-Cloud para firmar el contrato, no se engañó acerca del valor de las concesiones que Clementina había arrancado tan diestramente al joven. Se juzgó amenazado del modo más grave y comprendió que la mujer que había dirigido contra él tan formidables baterías, no habría de desarmarse como esperaban los jóvenes esposos.

Y, en esto, la blandió tan fuerte y tan diestramente, que puso pavor en todos los que no le conocían, y tan intensamente se fijó en la imaginación de Camacho el desdén de Quiteria, que se la borró de la memoria en un instante; y así, tuvieron lugar con él las persuasiones del cura, que era varón prudente y bien intencionado, con las cuales quedó Camacho y los de su parcialidad pacíficos y sosegados; en señal de lo cual volvieron las espadas a sus lugares, culpando más a la facilidad de Quiteria que a la industria de Basilio; haciendo discurso Camacho que si Quiteria quería bien a Basilio doncella, también le quisiera casada, y que debía de dar gracias al cielo, más por habérsela quitado que por habérsela dado.

La viejecita que vive entregada a la devoción, que asiste y reza con frecuencia en la catedral de una capital de provincia, está muy diestramente retratada. El autor logra casi desde luego, con buen tino y exquisito arte, hacer que nos interesemos por Prisca, que así se llama la viejecita. También ella tuvo en su remota mocedad tiernos y delicados amores.

Palabra del Dia

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