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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes. 35 Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos; sálvese a sí, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. 36 Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre,
El bastonero para satisfacción de las mamás, que se le dormían a los pasteles y al mate, agrupadas alrededor de los guitarreros circulaba entre las parejas, diciendo cuchufletas y haciendo con su frase sacramental ¡que se vea luz, caballeros! que las aproximaciones no fueran más allá de lo lícito y honesto.
Pero, duquesa, ¿cómo tiene usted valor de presentarse sin diadema? exclamó S. M. en el colmo de la estupefacción. ¡Ah! ¡La diadema, es verdad! exclamaron a su vez todas las damas de la corte. Póngase usted la diadema inmediatamente prorrumpió con energía la augusta persona. Araceli se disculpó diciendo que estaba guardada en la caja de hierro de su papá, pero no le valieron excusas.
El Magistral de pies, en el umbral de una puerta, con una colgadura de terciopelo cogida y arrugada por su blanca mano, se inclinaba con gracia, sonreía, y movía la cabeza pequeña y bien torneada diciendo: no con el gesto... con cierta coquetería epicena. ¡Anda, papá! sujétale decía Olvido con voz suplicante, arrastrando las sílabas que parecían salir de la nariz. Imposible.
Tú eres siempre bien venido, queridísimo Pedro replicóle el pintor, dándole un prolongado y vigoroso apretón de manos . Tu presencia me hacía falta y también tus consejos... y para reparar de seguida el tiempo perdido, voy a enseñarte un cuadrito que me está dando que hacer y diciendo esto levantó un forro de sarga que cubría el caballete . Para que no te equivoques continuó , principiaré por decirte que es el retrato de miss Nicholson; como ves, la pinto en figura de Hebe, y en el viejo estilo de nuestros padres, es un ensayo... Hebe se apresta a ofrecer la copa a los dioses... que están entre bastidores... ¿qué te parece?... ¡Yo la encuentro atroz!
Yo, acometido súbitamente de una gran dignidad, respondí con gesto desdeñoso: No lo sé. Pero aquel empleado era, por lo visto, hombre amable y de buena pasta, porque insistió, diciendo: Si usted supiera el apellido, tal vez, preguntando por los talleres, podríamos dar con ella. Es una mujer de treinta años o más, pálida, de ojos negros, que lleva un pañolito blanco al cuello.
Regateó con discreción y tacto, y de vuelta en su casa con el objeto que había comprado, lo escondió, lo agazapó debajo del colchón, diciendo estas palabras: «Estáte quieta, ahí, quieta». Capítulo XV ¿Es o no es?
En diciendo esto se fué, y el pastor me puso luego al cuello unas carlancas llenas de puntas de acero, habiéndome dado primero en un dornajo gran cantidad de sopas en leche. Y asimismo me puso nombre y me llamó Barcino.
En tanto, pues, que esto pasaba Sancho, estaba don Quijote mirando cómo, por una parte de la enramada, entraban hasta doce labradores sobre doce hermosísimas yeguas, con ricos y vistosos jaeces de campo y con muchos cascabeles en los petrales, y todos vestidos de regocijo y fiestas; los cuales, en concertado tropel, corrieron no una, sino muchas carreras por el prado, con regocijada algazara y grita, diciendo: ¡Vivan Camacho y Quiteria: él tan rico como ella hermosa, y ella la más hermosa del mundo!
A la hora de este, volvió doña Lupe sofocada, diciendo que Samaniego, el marido de Casta Moreno, se hallaba en peligro de muerte y que por aquel lado no podía hacerse nada. Casta no estaba en disposición de acompañarla a ninguna parte.
Palabra del Dia
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