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Actualizado: 22 de noviembre de 2025


En la Iglesia de San Pedro se celebraban las exequias de Marcilla; y el lúgubre clamor de las campanas anunció a Teruel la hora del funeral aparato: hombres y mugeres de distintas edades acudieron a la casa del difunto, así como los eclesiásticos de San Pedro y de las demás parroquias: el entierro marchaba en esta forma: iban delante los soldados en orden de batalla, detrás cuatro capellanes llevaban en hombros el cuerpo de Marcilla; seguían los oficios con hachas encendidas, los capuces, las gramallas de los deudos y amigos; y en pos de todos una pequeña escolta y casi todo el pueblo de Teruel.

Si alguna muger tenia la desgracia de malparir, sus deudos y todos los habitantes de la aldea conspiraban cruelmente contra la infeliz para arrojarla al rio, y ahogarla sin misericordia, persuadidos de que si así no lo hacian, se verian todos ellos atacados de disenteria: por lo tanto, la pobre muger, á quien tal accidente llegaba á suceder, se veia en la precision de ponerse inmediatamente en salvo, yendo á buscar en otra parte la conservacion de una existencia amagada por sus mismos parientes.

»Por ti entonces, y no por ella... ya que tan poco te importa su reposo; pero te importa que ella pierda el único bien que aun le resta en el mundo, su reputación, que siendo sus deudos, siendo sus amigos, debemos conservar y que sin la menor consideración comprometes a los ojos de todos.

Aunque deudos, nos preciamos Mucho más de ser amigos, Aunque envidias ni enemigos No quieren que lo seamos. 680 Queredle bien; que merece, Señora, que lo queráis. DO

Así nace y vive el indio, viendo llegar tranquilamente su última hora, sabiendo que sus despojos no han de ser llevados por manos mercenarias y por sus propios deudos, los cuales no tienen el amargo privilegio de verlos arrojar en la fosa común, ese horrible rincón de las grandes necrópolis, donde se hacinan cientos de cadáveres y se compendian millones de lágrimas. ¿Es ó no feliz Ambrosio?

Tupac-Amaru tuvo que presenciar la muerte de su mujer, de un hijo suyo y de otros deudos y amigos: á otro hijo suyo de diez años le condenaron á ver aquellos bárbaros suplicios de su padre y de su madre, y á él mismo le cortaron la lengua y le ataron luego por los cuatro remos á otros tantos caballos para que, saliendo á escape, le hiciesen pedazos.

ALBOR. Fuése la lengua engañada Al nombre ilustre que oíste; Que ya no hay en todo el mundo Sino . ABIND. ¿Cómo? ALBOR. No digo Sino que eres segundo Al valor de que es testigo Cielo, tierra y mar profundo. ABIND. No, Alborán, eso me di. Dame esa mano. ALBOR. Mancebo ¡Qué deudos perder te vi! Reviente con llanto nuevo El alma de nuevo aquí.

Por graves delitos cometidos en una vida inquieta y turbulenta, fué condenado por la justicia á severísimas penas, D. Bernardino de Córdoba y Roelas, caballero sevillano que tenía en la ciudad muchos deudos y amigos y á más estaba emparentado con personas de significación y categoría.

Cuando ya la tuve tierna, 445 Pregunté la condición De su ama, y la razón De estado que la gobierna. Dijo que era principal, Con deudos de gran valor, 450 Y que tenía su honor, Desde que enviudó, cabal. Que era rica y entendida, Y no de su casa escasa, Si bien no entraba en su casa 455 Ni aun sombra de alma nacida.

PELAYO. Señor, Fileno el gaitero; Toca de noche a las brujas Que andan por esos barbechos, Y una noche le llevaron, De donde trujo el asiento Como ruedas de salmón. REY. Diga lo que sabe desto. FILENO. Señor, yo vine a tañer, Y vi que mandó don Tello Que no entrara el señor cura. El matrimonio deshecho, Se llevó a su casa a Elvira, Donde su padre y sus deudos La han visto. REY. ¿Y vos, labradora?

Palabra del Dia

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