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Actualizado: 25 de junio de 2025
En la Iglesia de San Pedro se celebraban las exequias de Marcilla; y el lúgubre clamor de las campanas anunció a Teruel la hora del funeral aparato: hombres y mugeres de distintas edades acudieron a la casa del difunto, así como los eclesiásticos de San Pedro y de las demás parroquias: el entierro marchaba en esta forma: iban delante los soldados en orden de batalla, detrás cuatro capellanes llevaban en hombros el cuerpo de Marcilla; seguían los oficios con hachas encendidas, los capuces, las gramallas de los deudos y amigos; y en pos de todos una pequeña escolta y casi todo el pueblo de Teruel.
«E el jueves que se contaron ocho dias de febrero, estando justando delante de la ALJAFERIA los señores Infantes, todos cinco fijos legítimos del dicho Señor Rey, é con ellos muchos caballeros, é escuderos castellanos, é catalanes, é aragoneses, é moros, que habian venido al dicho Señor Rey por embajadores de su rey moro de Granada, todos vestidos con alborzones, é capuces, é ajuvas moriscas, é espadas ginetas de plata, é sus adargas en las manos, é cañas en las otras, é muchas trompetas delante de ellos faciendo muy grande alborozo ante las puertas de la dicha ALJAFERIA jugando unos con otros á las cañas, é tan grande fué el juego que ende ficieron, que pareciera pelea, é las gentes de Aragon como lo tenian por estraño, como estaban mirando la justa, que por esto no cesaba, no sabian á que parte mirar: en manera que muchos dejaban la justa por mirar el juego, é aí viérardes ir ginetes nuevos descalabrados, é otros cayendo de los justadores, é asi ficieron su solaz aquel dia, fasta que la escuridad de la noche los partió unos de otros, é los fijos del Rey vinieron al Rey con grande alegria.» Despues el Rey deseando dar muestras de su largueza, abrió las arcas de su cámara y regaló a los que concurrieron á su fiesta, y hasta á los criados de la Reina; alhajas, ropas ó dinero.
Girón á principios del siglo XVI, diciendo: «También traían tabardos, que eran unas ropas cortadas como capuces e con su capilla: otras cerradas, pero tenían abiertas una maneras á los lados, en derecho de los brazos, por donde los sacaban, e tenían unas mangas junto a las maneras, por detrás, angostas, tan largas como era la ropa».
Procedían generalmente de los telares de Toledo, ciudad en que había gremio de boneteros, muy acreditado; pero usaban también los marinos unos capuces característicos, excelentes para defensa de la lluvia, que consistían en una especie de esclavina corta con capucha, y abrigaban cabeza, cuello y hombros.
Palabra del Dia
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