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Actualizado: 20 de junio de 2025


M. La opinion sensata del pais detesta la administracion española por los vicios inveterados que lleva consigo; así es que, cuando Aguinaldo quizo aconsejarse de algunos que han querido resucitar el sistema español, manifestando poca energía para reprimir los antiguos abusos empezò el retraimiento de los filipinos honrados y se ha visto mucha desanimacion en el pueblo. 25 Diciembre 1899.

Doña Lorenza, que oye siete misas al día y se confiesa dos veces por semana, te detesta como si fueras el mismo Judas. Ella infundirá este odio á su niña, haciéndole creer que eres descendiente de Caifás, y que se va á condenar si se casa contigo. ¡Monstruoso, inconcebible! Esa familia, chico, es la madriguera del obscurantismo. ¡Qué rancias ideas y costumbres!

Confuso, bajó el joven la cabeza y replicó hoscamente: ¿Con qué derecho me interroga usted? Con el derecho que usted me ha dado tratándome como rival a quien se detesta... Su antipatía no puede explicarse sino por la ceguera de los celos, y por esta misma razón le repito que está usted enamorado de la señora Liénard. ¿Se burla usted de ? murmuró Simón esquivando la mirada de Delaberge.

Pero estos inmensos canales excavados por la solícita mano de la Naturaleza, no introducen cambio ninguno en las costumbres nacionales. El hijo de los aventureros españoles que colonizaron el país, detesta la navegación y se considera como aprisionado en los estrechos límites del bote o la lancha.

Unos cuantos desalmados le dan leyes en nombre de un principio absurdo, contrario á la Naturaleza. Sólo al Rey ha dado Dios soberanía. ¡Qué desorden! ¡El Rey obligado por una turba de soldados rebeldes á jurar aquel Código abominable! Lo juró; pero en el fondo de su alma lo detesta. No podía ser de otra manera. Está prisionero, prisionero de sus vasallos que juegan con él.

Siempre creí continuó ella que este amigo ideal podía serlo usted, que parece tan bueno... Pero ¡ay! usted me detesta, usted huye de , creyéndome tal vez una mujer temible, como hay tantas en el mundo, cuando en realidad no soy mas que una infeliz.

Muy bien dijo el cura, comprendiendo que no había cambiado tanto de ideas como él creía, lo que me valió una dulce sonrisa, pues el cura detesta a las veletas. ¿Qué desea usted saber de éste su humilde servidor? prosiguió, con mirada maliciosa. ¿Me van ustedes a condenar a otra conversación sobre las solteronas? preguntó la abuela descontenta.

La mañana del día fijado para el estreno de Roberto el Diablo, debía yo entregar a unas señoras un palco que les había ofrecido; palco de que el director me había despojado para dárselo a un periodista. Al quejarme de ello, me contestó: ¡Es para un periodista!... Ya ve usted, un periodista... que la detesta... pero que, gracias a esta atención, consentirá en hablar bien... de la música.

No lo creo: Isabel ha sido educada en un convento y detesta la vida del claustro; hace sólo tres meses que desea tomar el velo. ¿Por qué causa? Lo ignoro. ¿Ama a usted, a pesar de todo? , me ama, así me lo ha dicho; pero no quiere ser mi esposa. ¿Y la razón? ¡Sólo Dios la sabe!... ¿Y usted, padre mío, podrá averiguarla? ¡Ah! dijo Teobaldo moviendo la cabeza; Dios no nos revela esos secretos.

Al llegar ante el Círculo Rojo instaló la banda sus atriles, en el centro del corro que aumentaba; y previas algunas palabras en voz baja y un golpe de batuta, rasgó los aires el bullanguero himno que todo español conoce y ama o detesta. Del concurso partieron gritos. ¡Himno de Garibaldi! ¡Marsellesa, Marsellesa! contestó un grupo más compacto.

Palabra del Dia

rigoleto

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