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Actualizado: 2 de junio de 2025


«Suplico á V. M., decía al primero, se acuerde de lo que por su grandeza y benignidad me tiene ofrecido tocante á la redención de mi mujer é hijos y á la restitución de mis bienes... Ya es llegada la hora y coyuntura de mostrar V. M. su natural de piedad en el caso más piadoso destos siglos, en el cumplimiento de su palabra real... Habrá V. M. hecho una obra en gracia del cielo, en gloria suya con las gentes, en mérito para con Dios... Porque el Rey de España pensaría que aquellos artículos y promesas habían sido ceremonia, y lo recibiría como por seguro y permisión de la ejecución de mi perdiciónAvisábale que Felipe II había de poner por condición en el tratado el indulto del Duque de Aumale, refugiado en Bruselas, y que nada más natural que estipular en cambio el suyo.

Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más, que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana. -Así es -dijo Sansón-, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.

CAP. V. En que trata cómo murió Ayar Auca, compañero de Mango Capac, y cómo hubo un hijo Mango Capac, el cual se llamó Sinchi Roca ; é cómo murió Mango Capac, y cómo murió despues de esto Alcaviza despues; y de los Señores que deste Sinchi Roca sucedieron hasta Viracocha Inca, y de los casos y cosas que acaecieron en los tiempos destos hasta Viracocha Inca.

En efecto, llevad la mira puesta a derribar la máquina mal fundada destos caballerescos libros, aborrecidos de tantos y alabados de muchos más; que si esto alcanzásedes, no habríades alcanzado poco.

Preguntó mi padre a algunos caballeros conocidos suyos que allí estaban, quién mi madre fuese, y destos principios vinieron a resultar muy pronto los fines de un casamiento y de una unión dichosa; pero turbada a poco por la orden que recibió mi padre, aun antes de los quince días de sus bodas, para partir con las galeras a Nápoles.

Porque la escritura desatada destos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas partes que encierran en las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria; que la épica también puede escrebirse en prosa como en verso.

Caminaban sobre sólo un pie, dándose con el derecho sobre el calcaño izquierdo, con que se impelían y resbalaban sobre el mar grandísimo trecho, y luego, volviendo a reiterar el golpe, tornaban a resbalar otra gran pieza de camino; y desta suerte, en un instante fueron con nosotros y nos rodearon por todas partes, y uno de ellos, que, como después supe, era el capitán de todos, llegándose cerca de nuestro navío, a trecho que pudo ser oído, asegurando la paz con un paño blanco que volteaba sobre el brazo, en lengua polaca, con voz clara, dijo: "Cratilo, rey de Bituania y señor destos mares, tiene por costumbre de requerirlos con gente armada, y sacar de ellos los navíos que del hielo están detenidos, a lo menos la gente y la mercancía que tuvieren, por cuyo beneficio se paga con tomarla por suya.

Pues galgos no me habían de faltar, habiéndolos sobrados en mi pueblo; y más, que entonces es la caza más gustosa cuando se hace a costa ajena. -Real y verdaderamente -respondió el del Bosque-, señor escudero, que tengo propuesto y determinado de dejar estas borracherías destos caballeros, y retirarme a mi aldea, y criar mis hijitos, que tengo tres como tres orientales perlas.

Llegóse un día déstos, y Policarpo procuró aventajarse en magnificencia y grandeza en solenizarle sobre todos cuantos hasta allí se habían hecho; y cuando ya el teatro estaba ocupado con su persona y con los mejores del reino, y cuando ya los instrumentos bélicos y los apacibles querían dar señal que las fiestas se comenzasen, y cuando ya cuatro corredores, mancebos ágiles y sueltos, tenían los pies izquierdos delante y los derechos alzados, que no les impedía otra cosa el soltarse a la carrera sino soltar una cuerda que les servía de raya y de señal, que en soltándola habían de volar a un término señalado, donde habían de dar fin a su carrera, digo que en este tiempo vieron venir por la mar un barco que le blanqueaban los costados el ser recién despalmado, y le facilitaban el romper del agua seis remos que de cada banda traía, impelidos de doce, al parecer, gallardos mancebos, de dilatadas espaldas y pechos y de nervudos brazos; venían vestidos de blanco todos, sino el que guiaba el timón, que venía de encarnado, como marinero.

Tengo hasta seis docenas de libros, cuáles de romance y cuáles de latín, de historia algunos y de devoción otros; los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis puertas. Hojeo más los que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje y admiren y suspendan con la invención, puesto que déstos hay muy pocos en España.

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