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Actualizado: 29 de junio de 2025


Pero si desaparecía la aversión, no así el sentimiento que la había causado, el cual, no pudiendo florecer por ni manifestarse solo, con el exclusivismo avasallador que es condición propia de tales afectos, prodújole un aplanamiento moral que trajo consigo la más amarga tristeza.

Tras de esto, se vió bajar un hombre por el tronco de un árbol, se vió que cruzaba la huerta, montaba sobre la tapia y desaparecía. Se cerró la ventana del cuarto de Catalina, y en el mismo momento Carlos se llevó la mano a la frente y pensó con rabia en la magnífica ocasión perdida. ¡Qué soberbio instante para concluir con aquel hombre que le estorbaba! ¡Un tiro a boca de jarro!

Aquel valor que él sentía ante una sotana, por la esperanza irreflexiva de que la mansedumbre obliga al clérigo a no devolver las bofetadas, aquel valor desaparecía pensando en los puños de don Fermín. «No había salida. No había más que acabar con él ayudando a Foja, ayudando a Glocester, a todos los enemigos del tirano eclesiástico».

La novia desaparecía bajo la granizada de azúcar: sólo se veía su cabeza con el morrión de flores, haciendo esfuerzos por librarse del pedrisco, mientras el resto del cuerpo quedaba inmovilizado bajo la dulce avalancha. ¡Vamos a juntarlos! gritaba la gente . ¡Música, música!

La mujer de negro vestida, más que vieja, envejecida prematuramente, era, además de nueva, temporera, porque acudía a la mendicidad por lapsos de tiempo más o menos largos, y a lo mejor desaparecía, sin duda por encontrar un buen acomodo o almas caritativas que la socorrieran.

Los brazos eran tan largos como las piernas, el pecho era hundido, la espalda escasa, las orejas parecían dos conchas de ostras y el pescuezo, sumamente corto para su altura, desaparecía entre la cabeza y el cuerpo, dándole el aspecto de esas garzas que, para dormitar al sol sobre las aguas estancadas y verdinegras de nuestras lagunas, enroscan sus pescuezos longitudinales, tomando la actitud más formal y venerable que es capaz de tomar un pájaro.

Y no me atormentaba por amor a mismo, por menospreciarme, por sentir que valía yo menos. Me atormentaba porque desaparecía a mis ojos todo razonable y fundado motivo de que Beatriz me amase. »Con todo, yo estaba ciego.

Casi toda la pieza desaparecía bajo la gruesa capa de muletillas y bordados de oro formando flores con piedras de color en sus corolas. Las hombreras eran pesadísimos bloques de áureo bordado, de las que pendían arambeles del mismo metal. El oro se prolongaba hasta en los bordes de la pieza, formando compactas franjas que se estremecían a cada paso.

Contemplaba Roger con admiración el soberbio animal, pero Simón no pudo resistir el instinto del cazador y preparó su arco. ¡Tête Dieu! exclamó en voz baja. No vamos á tener mal asado en la comida. ¡Teneos, amigo! dijo Tristán posando la mano sobre el arco de Simón, á tiempo que el gamo desaparecía á todo correr. ¿No sabéis que la ley es rigorosísima?

Manuel, una capa y un buen reloj; Momo, un vestido completo, una faja de seda amarilla y una escopeta; las mujeres y los niños, telas para trajes y juguetes; Anís, un barrilete, o cometa de tan vastas dimensiones, que cubierto con él desaparecía su diminuta persona, como un ratón detrás del escudo de Aquiles.

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