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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Luego más tarde entra la confianza y con ella el desaliño; pero lo que es la entrada primera en el comedor de un barco es irreprochable. Ellas se rodean de todos los pequeños detalles de la coquetería, estrenando, por supuesto, el indispensable traje de viaje.

Iban todas a subir a la habitación de la abuelita, cuando sonó el timbre de calle y se anunció José Luis. ¿Y piensas recibirle así? dijo Carmen mirando a Laura de arriba abajo, sorprendida de su desaliño. Ella le respondió con un ligero gesto de fastidio. Pero , Adriana, mientras ellas suben con él, vendrás a conversar conmigo.

Morena, de facciones tan regulares como pronunciadas, magníficos ojos negros, cejas que al juntarse culebreaban, boca sucia y bien rasgueada, que no parecía hecha para sonreír, cuerpo derecho y esbeltísimo en su flaqueza y desaliño, la compañera de Almudena era una figura trágica, y como tal impresionó a Benina, aunque esta no expresaba su juicio sino pensando que le daría miedo encontrarse con tal persona, de noche, en lugar solitario.

Su memoria, redactada con el espontáneo y agradable desaliño que le era propio, se reducía a exponerme, a grandes rasgos, el armazón de su obra benéfica, llamada por él «su deber»; los frutos principales de ella; lo que le costaba aproximadamente cada año en dinero, porque en paciencia, no tenía calo ni medida, y una relación de las familias de Tablanca más merecedoras, por sus especiales condiciones y virtudes, del amparo y la estimación de «la casona». Todo aquello me lo declaraba para mi gobierno solamente. El único encargo que me hacía, y muy encarecido, era el de procurar que no se desmembrara durante mi vida el patrimonio de los Ruiz de Bejos que pasaba a mis manos íntegro y tal como él le había recibido de las de su padre y éste de las del suyo, ni al heredarme mis hijos, si llegaba a tenerlos; y si no, que pasara a los de mi hermana con igual recomendación para los mismos fines, siempre que fueran compatibles con las leyes. Por de pronto y para «lo de puertas adentro» que me dejara guiar por las indicaciones del párroco don Sabas Peña; y si no vivía éste ya, de la persona que me buscaría por su mandato.

Bien que es poco fiador el desaliño Con que vengo, de mi perseverancia; Pero sus faltas suplirá el cariño, Que es quien puebla los reinos de Constancia Y tiene á un Dios por padre, que, aunque ciego, Sin ojos, sabe dar la vigilancia.

Miré por él, latiéndome el corazón y temblándome todo el cuerpo; y la vi, allá en el fondo y en el mismo desaliño en que yo la había dejado en mi despacho, recostada en un sillón; el rostro, descolorido; los ojos, enrojecidos y secos; la mirada, perdida en el cúmulo de los pensamientos; la expresión, de honda tristeza, y las manos, abandonadas sobre el regazo. ¡Qué dolor!... ¡y qué corazón había elegido para anidar! ¡Y todo aquel estrago era obra mía; de mis maldades, de mis escándalos!

Después de la corbata, que afectaba cierto desaliño, lo que más descollaba era la boca, donde en un tiempo moraron todas las gracias, y ahora no quedaba ni un diente; y la nariz hubiera sido lo más inverosímil de aquel rostro si no ocuparan el primer lugar unos espejuelos voluminosos tras los cuales el ojo perspicaz y certero del crítico fulguraba.

»No tengo por delante su trabajo; el folletín vuela y muchas bellezas escapan al ojear los recuerdos. Dejo, además, como usted ve, correr la pluma en el natural desaliño epistolar, como que estamos conversando familiarmente sobre las facciones de su primogénito.

Al salir para una de sus expediciones, había dicho aquél a un señor Rincón, comerciante como él, al ver el desaliño y desorden de las tropas: «¡Qué gente para ir a pelearSabido esto por Quiroga, hace llamar a ambos aristarcos, cuelga al primero en un pilar de las casas de Cabildo, y le hace dar doscientos azotes, mientras que el otro permanece con los calzones quitados para recibir su parte, de que Quiroga le hace merced.

Para un hombre tan cuidadoso como él de la hacienda de los demás, no me pareció muy bien cuidada la propia que tenía a la vista. Dígolo por el desaliño y desaseo de toda su persona, que eran muy considerables... Así y todo, resultaba interesante y muy simpático el vejete.

Palabra del Dia

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