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Actualizado: 30 de abril de 2025
Yo procuraba no darle mucha cuerda a Bárbara, ni dejarme arrastrar por ella, y me decía: «Tengamos serenidad y no chocheemos hasta ver...». Pero pensando en ello, te lo digo ahora en confianza, salí a la calle, me reía solo, y sin saber lo que me hacía, me metí en el Bazar de la Unión y...».
Tuve que bajar de la cabaña un carro de yerba y cenamos tarde... Además, mi madre tampoco hoy quiso dejarme marchar sin el rosario. Ha hecho bien. Faltar á las oraciones por divertirse es doble pecado... ¿Y tu madre y tu hermana vendrán mañana? Las dos me encargaron para ti muchos recuerdos. Mi hermana quería venir á la misa, pero tiene á su niño un poco enfermo y acaso no podrá.
De modo que esto ¡se acabó! ¡Se acabó para siempre! ¡Oh, qué injusticia! ¡Dios mío! ¡qué injusticia! Querida hija mía repuso Jacobo , retírese, se lo pido... ¿supongo que no tratará de quitarme la calma en este momento? ¿No es cierto?... Decidle a mi madre también, que le suplico que sea razonable, que no hay ni la sombra de un peligro, ni la sombra... si quiere dejarme tranquilo.
Díjome que se determinaba ir y todo lo que le mandaba su padre, que a él le pesaba de dejarme y a mí más; díjome que me acomodaría con otro caballero amigo suyo para que le sirviese. Yo, en esto, riéndome, le dije: -Señor, ya soy otro, y otros mis pensamientos; más alto pico y más autoridad me importa tener. Porque si hasta agora tenía como cada cual mi piedra en el rollo, agora tengo mi padre.
Manuel soltó la carcajada. Había bebido más de lo regular, y tenía el vino alegre, como suele decirse. Don Federico dijo Manuel , ¿quiere usted que le dé un consejo, como más antiguo en la cofradía? Calla, por Dios, Manuel le dijo Dolores. ¿Quieres dejarme en paz?, si no, vuelvo la grupa. Oiga usted, don Federico. En primer lugar, a la mujer y al perro, el pan en una mano y el palo en la otra.
No le costaría gran trabajo dejarme vivir con los demás, confundida entre la multitud de los seres que respiran. ¡Ocupo tan poco sitio! Y además, no soy muy cara de mantener. »Por desgracia, hay gentes que se pondrían luto si yo curase y que no se consolarían jamás si me viesen viva. ¿Qué le vamos a hacer? Están en su derecho. He contraído una deuda y tengo el deber de pagarla.
Ese guardacostas se aproxima y nosotros deberíamos estar ya a la vista de Tarifa, si el infierno no te hubiera sugerido el loco pensamiento de ir a esa maldita corrida de toros y dejarme solo, a mí, que no entiendo nada de vuestras malditas maniobras. Y si te hubieran preso, ¡ahora que tu cabeza está a precio! No les temo. No se trata de ti, por Cristo, sino más bien de mí.
Margarita le miró con ojos asombrados, como si despertase. Era verdad; ¿y el otro?... Enardecida por su sacrificio, que representaba una expiación, había olvidado al hombre que tenía delante. ¡Tú! dijo tras de una larga pausa ; tú debes dejarme... La vida no es como la habíamos concebido. Sin la guerra, tal vez hubiésemos realizado nuestros ensueños, pero ¡ahora!... Fíjate bien.
El enfermo se incorporó en su lecho, y con cierta exaltación dijo al prestamista: «Amigo, ¿cree usted que mi tía, la que está en Puerto Rico, ha de dejarme en esta situación cuando se entere? Ya estoy viendo la letra de cuatrocientos ó quinientos pesos que me ha de mandar. Le escribí por el correo pasado. Como no te mande tu tía quinientos puñales pensó Torquemada.
Siempre estaba escudriñándolo todo; su padre, por esta tendencia a registrar, le llamaba el carabinero. Los domingos mi madre comenzó a dejarme andar con los camaradas, después de hacerme una serie de advertencias y recomendaciones. Ya, teniendo tiempo por delante, no nos contentábamos con ir al arenal; subíamos al Izarra y después íbamos descendiendo a las rocas próximas.
Palabra del Dia
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