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Actualizado: 30 de abril de 2025
Yo también estuve a punto de dejarme arrastrar por el criminal deseo de mutilar o destruir a un semejante. Fue en 1820. ¿Y qué hice, señores míos? Pues darle toda clase de excusas. De excusas, sí, y me jacto mucho de ello, y con tanto más motivo cuanto que toda la razón estaba de mi parte. ¿No habéis leído, por ventura, las admirables páginas de Rousseau contra el duelo?
No, no, de ningún modo dijo en voz baja. Tiene razón mi padre: debes marchar. Tienes que dejarme recobrar las fuerzas para poder soportar nuestro amor que, como sabes muy bien, ha estado a punto de hundirme en el sepulcro.
Habría querido dejarme caer nuevamente con los ojos cerrados en la esquina del sofá y fingir todavía un poco el desvanecimiento, pero me levanté vivamente y dije: Creo que Marta no cerrará los ojos esta noche; esperará el momento en que salgas de la casa. Querrá verte partir; como su habitación da al jardín, vendrá a la tuya o a la que está al lado.
¡Vive Dios! exclamó el general levantándose colérico y rechazando con el pie el sillón, que fue rodando al centro de la sala; ¿me has tomado por un recluta? ¿Crees que voy a dejarme manejar por una mujer, por una muñeca? Usted vendrá, señora; usted vendrá, porque yo se lo ordeno. He dicho que no. ¿Y por qué? ¡voto a!... ¿por qué?
Después de algunas palabras indiferentes: Señor Pierrepont dijo la de Aymaret , ¿tendría usted la amabilidad de dejarme un momento a solas con Beatriz?... Pero, antes de que se vaya usted, ¿por cuál tren piensa regresar a París? Por el de las tres y veinte, probablemente. ¡Excelente!... ¡Es también, el mío!... Volveremos juntos si usted quiere. ¡Con mucho gusto, señora!
La muerte estaba allí, halagüeña y acariciadora para aquella vieja infantil que se abandonaba a ella sin resistencia. Me siento tan gastada y tan fatigada, hija mía, que es caritativo dejarme al fin reposar.
En tercer lugar, ya que mi juventud y mi vehemente facultad amorosa han hecho resurgir en mí el amor intenso y vivaz, ¿estoy obligado a matar un instinto noble, natural, legítimo, casi divino, por dejarme llevar de preocupaciones y convencionalismos opuestos al orden de la Naturaleza, y por tanto no posibles en lo humano y dignos de que Basón les llamara errores fort?
¡Buena la hiciste ayer! dijo el gigante en voz queda, como si hablase con él mismo . En realidad tú eres el culpable de todo lo ocurrido, por tu maldita idea de dejarme solo para ir á ver á Popito.... Pero no te abandonaré por eso, como me pide la loca de Flimnap.... ¡Qué diablo será esto del amor, que á todos nos hace cometer enormes tonterías, y hasta da un aspecto grotesco á esa pobre mujer tan inocente y bondadosa!...
No obstante, el juicio que he formado de la joven Eudoxia después de un cuarto de hora de conversación vaga, de relaciones insignificantes, en medio de las conveniencias embarazosas y del temor de una primera visita, podría ser también el efecto de una prevención mal fundada. ¡Soy tan propenso a dejarme sorprender por no sé qué apariencias de simpatía ridícula o de antipatía injusta! pero yo ahora te hablo con arreglo a mi pensamiento.
Gritábale la dama, exhortándole a ser juicioso y formal; pero él, poniendo en olvido las más vulgares nociones del deber, empezó a dar brincos y a mirar con descaro a su ama, como diciéndole: «Señora, ¿quiere usted irse a paseo y dejarme en paz?»
Palabra del Dia
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