Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 30 de abril de 2025
Decidme, gentil hombre, ¿sedes poeta? Que según faciedes uso de hipérbole, o yo no me apellido Aldonza, o podéis bien facer un poema: andad a vuestro puesto, don Babieca, que eso que vos semejan campañarios habían de ser los mozos gabachos del comendador Núñez, que facen burlas e escarnios ruando por el barrio, como que hoy es martes de antuejo. Idos, idos, e non conturbéis nuestros coloquios.
Y vencido éste, todavía podríamos imponer tributo á las hordas tártaras, otra amenaza de la cristiandad. Decidme, Chandos, ¿no habríamos de poder llegar nosotros hasta donde llegó Ricardo Corazón de León? Poder hacerlo es una cosa, replicó el prudente consejero, y otra muy distinta saber si conviene y debe hacerse.
Pero si estáis seguro de que mi sueño no carece de fundamento, respondedme, decidme quien sois, venid a mí y mostraos. A orillas del azul y caudaloso Danubio, en el castillo de Liebestein, os espera
No es empero mi corazon tan afortunado, porque tengo sobrada experiencia de que el halagado es el rey de Serendib, y que hacen poquisimo aprecio de Nabuzan. No por eso digo que sean infieles mis mugeres, puesto que quisiera encontrar una que me quisiera por mí propio, y diera por ella las cien beldades que poseo. Decidme si en mis cien sultanas hay una que de veras me quiera.
Llevando un año más esa vida parasitaria y ociosa, perderíais por completo el amor al trabajo. Os convertiríais en un vago, y los vagos, permitidme que os lo diga, son el azote de nuestra época. Poneos la mano sobre vuestra conciencia, y decidme si os agrada semejante perspectiva. ¡Pobre Romagné! ¿No habéis echado de menos muchas veces el título de obrero, que es vuestro más noble blasón?
-Eso mesmo es lo que yo digo -respondió Sancho-: que también la hallé yo, y no quise llegar a ella con un tiro de piedra; allí la dejé y allí se queda como se estaba, que no quiero perro con cencerro. -Decidme, buen hombre -dijo don Quijote-, ¿sabéis vos quién sea el dueño destas prendas?
Constanza sufre, es muy cierto, le contestó Dorotea con picaresca sonrisa. Pero su enfermedad no es de las que matan. ¡No lo quiera Dios! exclamó Roger. Pero decidme, os ruego, ¿qué mal la aqueja? Uno que en mi opinión aqueja también á otra persona, cuyo nombre podría decir sin temor de equivocarme, repuso á su vez Luisa de Pierpont. Y vos que tanto sabéis ¿no adivináis su mal? No.
Preguntóle la duquesa, cuyo título aún no se sabe: -Decidme, hermano escudero: este vuestro señor, ¿no es uno de quien anda impresa una historia que se llama del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que tiene por señora de su alma a una tal Dulcinea del Toboso?
Considerad que con esta fama nos manda llamar el Rey nuestro Señor. Entramos vos y yo, y hecho el acatamiento debido, si de turbados acertáremos con ello, nos pregunta: ¿Sois Manzanos y Cisneros? Responderéisle vos que sí, porque yo no tengo de hablar palabra. Luego nos vuelve á decir: Pues decidme gracias. Agora quiero yo saber: ¿Qué le diremos?
El pobre sacerdote sentía desgarrársele el corazón. ¡Esta pregunta, en semejante momento! No obstante, creía conocer el corazón de Juan, y en ese corazón no debían caber tales pensamientos. Por favor, padrino, decidme... continuó Juan con dulzura, después os explicaré por qué os lo pregunto. Pues bien, tu padre poseía, según dicen, dos o trescientos mil francos. ¿Y eso es mucho dinero?
Palabra del Dia
Otros Mirando