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Actualizado: 31 de julio de 2024


Y, según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades?

Decidme, ¿por qué me dijísteis allá abajo que no sabíais si veníais del cielo ó del infierno? Decíalo por un mancebo que acaba de entrar... ¿En el cuarto de la reina?... ¿Habéisle visto? Le seguía. ¿Y no os parece que ese mancebo puede muy bien encontrar en ese cuarto una gloria ó un infierno? Alegraríame que le glorificasen. Y yo; aunque no fuese más que por verme vengado... ¿Del rey?...

Decid más bien, que habéis estado muy entretenido. Pero cerrad bien la puerta, padre Aliaga, cerradla bien, que tenemos que hablar cosas que no conviene que las oiga nadie. Dejad, antes es necesario que nos traigan luz; ya ha obscurecido. Y decidme, ¿hay por aquí algún lugar donde yo me obscurezca, de modo que no me vea el que traiga la luz? ¿Y qué os importa que os vean ó no?

¿Estáis distraída, Marta? observó el intendente . Decidme, querida amiga, ¿escribiréis esta tarde para que os manden de Bruselas los papeles necesarios? ¿Haréis lo posible, a fin de que no perdamos un instante en celebrar nuestro casamiento? , replicó la viuda cuya mirada se encontraba irresistiblemente atraída por el cofre de hierro.

Gonzalvillo se separó de la puerta, y cuando Montiño iba á cerrarla, se le presentó de repente un hombre. ¡Eh! ¡esperad, señor Francisco, esperad! ¡pues á fe que me ha costado poco trabajo llegar aquí para que yo os suelte! ¡Ah! ¡señor Gabriel! ¿y qué me queréis? dijo el cocinero del rey, con mal talante Entrad, entrad, y decidme lo que me hayáis de decir.

¡Ah! exclamó sentándose de nuevo el conde de Haro ; eso es distinto; ahora lo comprendo; pero decidme, amigo don Francisco, ¿estáis seguro, es decir, tenéis probabilidades de obtener hijos? Al menos los médicos me lo han asegurado. Bien; ¿y cuál de mis hijas queréis? La más hermosa. La destino para monja, y si no ha profesado ya es porque todavía no ha salido de ella; no quiero violentarla.

Y ¿estoy yo agora para decir lo que renta? respondió el sacristán con algún tanto de demasiada cólera . Decidme, hermano, si sabéis algo; si no, quedad con Dios; que yo la quiero hacer pregonar.

¡Ah! bribón redomado exclamó Quevedo , gato sin sueño, hurón de secretos; guardad por caridad el que habéis pescado esta noche, que ridículo fuera negároslo, y decidme por caridad también: ¿era ya pieza mayor del alcázar cuando en él andaba mi señor, el conde de Lemos?

¡Nieva mucho! dijo Lerne . Es muy agradable estar al lado de vuestro fuego, con un tiempo semejante... Cuando os digo replicó Juana riendo que sois un hombre casero. ¡Ah! ¡en eso estamos! Pero, señora, decidme al fin, ¿por qué deseáis tanto que me case? Tan, original idea no, puede ser vuestra... Si he comprendido bien el otro día, es mi madre quien os la ha sugerido. , ciertamente.

Pues que vos le conocisteis, señora, dijo Margarita, y a la dama que sin pretenderlo y sin menoscabo de su decoro, que bien lo creo, fue causa de que de se olvidase, decidme os ruego cuáles fueron sus aventuras, que sin duda a un desastrado fin le llevaron.

Palabra del Dia

beerotita

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