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Actualizado: 5 de junio de 2025
El frío y la lluvia le habían vuelto al mundo real; miró en torno suyo en busca de una persona á quien preguntar, y se encontró solo; pero de repente, sin que antes hubiese sentido pisadas, sintió que se asían á su capa, y oyó una voz de mujer que le decía con precipitación: ¡Dadme vuestro brazo, y seguid adelante, seguid!
Dadme vos dijo uno que ello sea así como decís, y que os la den como la pedís, y sentaos junto a lo que del asno queda.
Aquí está la declaración de un paje de vuecencia llamado Gonzalo Pereda, por la que consta, que el cocinero mayor del rey le mandó servir de cenar en la misma casa de vuecencia á un su sobrino, á quien llamó Juan Montiño. ¿De modo que ese Juan Montiño y don Francisco de Quevedo y Villegas son amigos? dijo el duque. El alguacil se calló. Dadme esas diligencias dijo el duque.
Ahí veo formadas en batalla algunas botellas con telarañas; la masa, señor Francisco, no pasa bien sin vino; dadme una botella. El cocinero dió al bufón una botella, que éste se puso debajo del brazo. Ahora, echadme aquí dijo quitándose la caperuza algunos pastelillos y confituras con que acabar mi almuerzo. Montiño le llenó la caperuza. Muchas gracias, hermano dijo el bufón.
Hoy hace veinticuatro años que comulgué por vez primera. ¡Cómo se aleja la existencia! Sólo es un sueño la vida, ¡Dios mío! Dadme el sueño tan doloroso como queráis, pero concededme un buen despertar. 11 de septiembre. Han venido a pasar el día con nosotros mi cuñado y la señorita de Lamartine, su hermana.
Marta se pasó la mano por la cabeza, fingiendo torturar su espíritu, buscando una idea que pudiera salvarlos. De pronto se puso de pie lanzando un grito de alegría. ¡Dios sea loado! exclamó . Conozco un medio infalible para engañarla y burlar sus tentativas. Dadme el documento, Mathys; lo coseré al fondo de mi falda.
-Vamos de priesa -respondió uno de los encamisados- y está la venta lejos, y no nos podemos detener a dar tanta cuenta como pedís. Y, picando la mula, pasó adelante. Sintióse desta respuesta grandemente don Quijote, y, trabando del freno, dijo: -Deteneos y sed más bien criado, y dadme cuenta de lo que os he preguntado; si no, conmigo sois todos en batalla.
El duque estrechó entre sus brazos a la hermosa criatura, la cual poniendo sus manecitas en los hombros de su padre y echándose atrás añadió: Und meine liebe mutter, que quiere decir: y a mi querida madre. Ahora, dadme un beso prosiguió el niño echándose al cuello del duque. Pero dijo de repente se me olvidaba que traigo un recado de don Federico.
En aquel momento se abrió la puerta y apareció una dueña. ¡Ah, señor Francisco! ¡Y cuánto trabajo me ha costado encontraros! dijo la dueña . He tenido que decir que venía de palacio, con orden de su majestad para vos. ¿Y es cierto...? ¿Traéis orden? Casi, casi. Os traigo una carta. Dadme acá, doña Verónica, dadme acá. La dueña entregó una carta al cocinero mayor, que éste abrió con impaciencia.
Pero excuso decir que nunca faltaban á mi lado un par de centinelas. Una tarde, á eso de las seis, los ladrones que habían salido de servicio aquel día á las órdenes del segundo de Parrón, regresaron al campamento, llevando consigo, maniatado como pintan á nuestro Padre Jesús Nazareno, á un pobre segador de cuarenta á cincuenta años, cuyas lamentaciones partían el alma. ¡Dadme mis veinte duros!
Palabra del Dia
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