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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Parece decir: «venid aquí, necios; dadme vuestro oro; yo os daré papeles, yo os haré frases. Mañana seré juez; seré el intérprete de Temis». ¿No te parece ver al loco de Cervantes, que se creía Neptuno?... Observa más abajo: un moribundo; ¿oyes cómo se arrepiente de sus pecados? Si vuelve a la vida tornará a las andadas.
Dos minutos pasaron; Juana y su madre estaban paradas con la vista fija en la puerta del vestíbulo. Un sirviente apareció con una bandeja en la mano. Es un despacho para la señora dijo. Dadme dijo Juana adelantándose dos pasos. Esperó que el sirviente se hubiese retirado, y, sin abrir el telegrama miró a su madre. ¡Déjame abrirle! murmuró la señora de Latour-Mesnil tratando de tomar el telegrama.
Os limpiaré un poco. ¡Vaya! Y ahora, dadme un beso é id en paz. Inclinóse Roger para que ella lo besase, saludo muy en boga en Inglaterra por aquella época, y así lo hizo notar Erasmo mucho después, diciendo que el beso como saludo era más usado en aquel reino que en ningún otro país.
Dadme, pues, la mano dijo la dama con un acento singular en que se notaba la violencia con que apelaba á aquel recurso. ¿Dónde estáis? Acercad más. Ya que me dais la mano, señora... Os la presto... Pues bien, prestadme la derecha. Seguid y callad dijo la dama, poniendo en la mano de Juan Montiño una mano que hablaba por sí sola en pro de lo magnífico de las formas de la dama.
Dadme, pues, papel, no lloréis, que tragos de hiel son para mí vuestras lágrimas, y si me provocáis á beberlas, matáranme, porque olvidaré mi propósito y todo se llevará el diablo y no hay para qué tanto. ¡Pluguiera á Dios que nunca hubiérais venido! dijo la de Lemos levantándose y sacando papel de un cajón.
19 diciendo: Dadme también a mí esta potestad, que a cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, qué piensas que el don de Dios se gana por dinero. 21 No tienes tú parte ni suerte en este negocio; porque tu corazón no es recto delante de Dios.
-Dadme vos, señora, que yo alcance la licencia que digo -respondió don Quijote-; que, como yo la tenga, poco hará al caso que él esté en el otro mundo; que de allí le sacaré a pesar del mismo mundo que lo contradiga; o, por lo menos, os daré tal venganza de los que allá le hubieren enviado, que quedéis más que medianamente satisfechas.
Es celos lo que imagino; Que no es celos lo que sé: 940 Cosa que pienso que fué, Y que en mi daño adivino. Por poco tuviera calma La nave de tu deseo. Entro, y á doña Ana veo, 945 Venus de marfil con alma. ¿Cómo te podré pintar De la suerte que la ví? Cultas musas, dadme aquí Un ramo blanco de azahar 950 De las huertas de Valencia Ó jardines de Sevilla.
Replicar quería Sancho a su amo, pero la voz del Caballero del Bosque, que no era muy mala mi muy buena, lo estorbó; y, estando los dos atónitos, oyeron que lo que cantó fue este soneto: -Dadme, señora, un término que siga, conforme a vuestra voluntad cortado; que será de la mía así estimado, que por jamás un punto dél desdiga.
Que me parece muy significativo, en un tan hermoso discurso como vos; pero dadme el manto, que es muy rico y será gran lástima que se manche. Dorotea se desprendió la joya que sujetaba el manto sobre su cabeza, se le quitó con un hechicero descuido y le entregó á Quevedo.
Palabra del Dia
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