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Actualizado: 17 de julio de 2025
Pero ahora que todo objeto había desaparecido, aquel hábito de esperar el dinero y de recibirle con el sentimiento del esfuerzo cumplido, formaba un suelo bastante profundo para recibir las semillas del deseo; así fue que Silas, al volver a su casa a través de los campos, durante el crepúsculo, sacó el dinero de su bolsillo y le pareció que brillaba más en la obscuridad creciente.
¿Has cumplido los siete años? manifestó su tío poniendo el concepto más al alcance del niño. Tengo ocho. Tanto mejor... En efecto, tu padre se casó diez años después que yo... hace nueve aproximadamente... Muy niño eres aún para entender ciertas cosas. ¡Muy niño! ¡Muy niño!
»Pero, no por mi talento ni por mis méritos repuso fríamente Teobaldo, sino por la protección de algunos amigos. »¡Han cumplido su promesa! exclamé vivamente. »No por completo... dijo en tono de reconvención y dirigiendo una severa mirada a Carlos, que estaba sentado a mi lado. »Luego, aproximándose a él, le dijo: »He venido hasta aquí porque es necesario que te hable.
El cabildo y ciudad le han recibido, Comienzan á llamarle Señoria; Es mozo que veinte años no ha cumplido Y en seso mayor falta padecia. Désque se vé en su trono ya subido A todos hace agravio y demasia: Al tio yo le oí pronosticarlo, Y harto duro estuvo de nombrarlo.
Habíanse cumplido sus cálculos: el porvenir de la señorita Victorina se hallaba asegurado, gracias a su excelente tío de Poitiers, que había tenido la inmejorable idea de morirse en el momento más oportuno.
Tengo, pues, que prever con firmeza mi próxima desaparición... No se aflija usted, amigo mío... Harto sabe usted que este accidente de la muerte es inevitable y que lamentarse por esa ley de la Naturaleza es tan vano como lo sería el llorar diariamente cuando viene la noche. He cumplido sesenta y ocho años, he pasado del término medio de las vidas humanas, y no tengo derecho a quejarme.
No era esto lo peor, sino que la Regenta y don Fermín notaban en Quintanar cierta frialdad cada vez que los veía juntos y el Magistral tuvo que fingirse distraído ante algunos desaires disimulados. Don Álvaro no iba a casa de los Ozores sino muy de tarde en tarde y sólo hacía visitas de cumplido, muy breves. ¿Por qué así? preguntaba don Víctor.
He cumplido únicamente con mi deber. Deber es de todo buen vasallo sacrificarlo todo, hasta la vida, por sus reyes. Sí, señor, padre replicó Montiño , todo menos el honor. Rey que pide á su vasallo el sacrificio de su honra ó de su conciencia es tirano, y no debe servirse á la tiranía. Decís bien, padre. ¿Sois nuevo en la corte? Sí, señor. ¿Os llamáis Juan Montiño? Sí, señor..
Estaban cogidas de la mano y se hablaban con extraordinario afecto, abstraídas enteramente de la algazara que en torno suyo reinaba. La primera se llamaba Demetria: era de Canzana, hija de la tía Felicia, que allí se encontraba sentada con otras mujeres, y del tío Goro, que fumaba tranquilamente su pipa departiendo con algunos vecinos. La segunda se llamaba Flora: era de Lorío: no tenía padres: vivía con sus abuelos, molineros y colonos del capitán, á quien éste otorgaba bastante protección. Mantenía desde muy niña amistad con D.ª Robustiana, y tanto por esto como por la que á sus abuelos profesaba D. Félix, solía pasar algunas temporadas en Entralgo. Demetria á pesar de su estatura no tenía más que quince años. Flora había cumplido ya diez y ocho. Ni la diferencia de edad ni la oposición de caracteres habían impedido que estuviesen unidas por tiernísima amistad. Tal vez el contraste mismo de su naturaleza la favoreciese. Flora aprovechaba cuantas ocasiones se le presentaban para subir á Canzana y visitar á Demetria.
Replicó Evathlo: "Ya, gane yo el pleyto, ó le pierda, no he de pagarte: porque si tengo sentencia en favor, quedó exênto: si la tengo en contra, no se ha cumplido el pacto de pagarte quando ganase el pleyto."
Palabra del Dia
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