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Actualizado: 2 de mayo de 2025
La trompa es lo que más cuida de todo su cuerpo recio el elefante, porque con ella come y bebe, y acaricia y respira, y se quita de encima los animales que le estorban, y se baña.
El criado se los introdujo en altas medias que le llegaban a mitad del muslo, gruesas y flexibles como polainas, única defensa de las piernas bajo la seda del traje de lidia. Cuida de las arrugas... Mira, Garabato, que no me gusta yevar bolsas. Y él mismo, puesto de pie, intentaba verse por las dos caras en un espejo cercano, agachándose para pasar las manos por las piernas y borrar las arrugas.
»No me pida que le hable de mí; mi yo no es nada hasta lo presente. ¿Quién lo conoce, aparte de usted? No es verdaderamente interesante para nadie. Trabaja, se esfuerza, no se cuida nada, nada se divierte, espera alguna vez y a pesar de todo continúa queriendo. ¿Basta con eso? Ya veremos. «Vivo en un barrio que no será probablemente el que usted habite, porque tiene usted el derecho de elegir.
Referirle lo ocurrido era ya para ella un verdadero castigo de su perversidad, porque de sólo pensar que lo refería, le entraba espanto. ¡Bueno se iba a poner Feijoo, al saber que la chulita había hecho mangas y capirotes de la doctrina práctica expuesta con tanto ardor y cariño por el simpático anciano, cuando dispuso la separación! ¡Cuánto mejor no haberse separado de aquel hombre sin igual! ¡Ella le habría soportado en su vejez caduca, y habría sido feliz cuidándole como se cuida a un niño inocente!
Gregoria, no me tientes la paciencia... ¿Quién es? Di, vamos a ver. Gregoria, no me tires de la lengua. Y lo creo que tiraría de ella y se la arrancaría con mucho gusto; ¡qué hombres estos! tienen una mujer buena, que les quiere, que les mima, que les cuida cuando están enfermos, y el pago que la dan es engañarla, traicionarla, burlarla, con esas mujeres de la calle, que así son ellas.
Así es que esa gran jaragana, que no se cuida de otra cosa en todo el día, sino de hacer gorgoritos como el agua al fuego, ni le guisa la comida a su padre, que tiene que guisársela él mismo, ni le cuida la ropa; de manera que tiene usted que cuidársela.
Sin ambición, sin codicia, sin apetito ni anhelo que le perturbe y le lleve en pos de las cosas terrenales, el padre Juan viene a ser como un inocente ángel del cielo, que ha tomado forma y cuerpo humanos. Sólo el afecto amoroso con que mira por su madre y cuida de ella, le enlaza singularmente con los demás seres. Protegido el padre Juan por una marquesa devota y por el Sr.
Silbó la locomotora, pequeña como un juguete, salió á toda velocidad por debajo de los cobertizos inmediatos, arrastrando el enorme tanque, en cuyos bordes se agitaba el líquido rojo, siguiendo el traqueteo de las ruedas. Aresti, casi cegado por tanto resplandor, tomó la mano del ingeniero. ¡Guíame, Virgilio! dijo riendo. Yo voy como el poeta de los infiernos: cuida de que no nos quememos.
Si ésa es tu voluntad, hágase lo que deseas; yo apruebo en todo tu plan dijo el doctor, enternecido. Cuida esta casa, que desde hoy es tuya, y quédate en ella con todos nuestros criados, que tanto te quieren, y con la señora Braun, que te ayudará a dirigirla, como lo hacía en vida de Magdalena.
De pronto, el señor Aubry pareció percibir a su hija: ¿Tú estás ahí también, mi querida hija?... soy feliz... tú... él... reunidos... cuídala bien, Juan... ¡cuídala... no la dejes llevar... por... la desgracia! la desgracia... cuida... cuida... Y haciendo un supremo esfuerzo, tomó entre sus manos las dos cabezas inclinadas hacia él, y los aproximó en un abrazo.
Palabra del Dia
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