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Ayela dijo para , con triste anhelo tal vez sin razon me aflijo: ¿Mas, qué madre por su hijo no vive en tenaz recelo, temiendo un afan prolijo? Y añadió, la voz temblando: En buen hora ve, mas cuida que ansiosa quedo esperando. No he de tardar, por mi vida dijo Ataide y la salida ganó, impaciente escapando.

Una gran casa, señorita, sea dicho sin ofender á la suya. La plata corre como agua de acequia. Además, la patrona, una gringa bien, nació, según dicen, marquesa allá en su tierra. El italiano, que es un demonio para roerles la plata á los trabajadores, en cuanto se trata de esta señorona parece medio zonzo, y se cuida de que no la falte nada. Anoche hubo reunión con música.

La ropa va toda en esa caja, al lado derecho de la mula. Las botellas de Malvasía en el cestillo de la izquierda; le prepararás un vaso de ese vino, bien caliente, por las noches, para que lo tome antes de acostarse. Cuida de que no permanezca horas y horas con los pies mojados, porque lo que es él jamás se acuerda de tal cosa.

Acabaron nuestros amores, es cierto, pero en lo de adelante seremos muy buenos amigos. «Cuida mucho de tus tías. Si algún día necesita papá de tus cuidados, vela por él, y págale, en nombre mío, cuanto le debo yo. Angelina».

Pero el lugar y tiempo que les queda Para mostrar alguna recompensa, Es causa que con menos fuerza pueda Fatigar el rigor de tal ofensa: De hoy mas con presta voluntad y leda El mas minimo de estos cuida y piensa De ofrecer sin reves á tu servicio La hacienda, vida y honra en sacrificio.

Según costumbre, se apeó del coche en sitio apartado y volvió a casa a pie, sola y dando rodeos. Desnudose despacio, engolfada en sus ideas, entreteniéndose en guardar con cuidado sus ropas, relativamente lujosas, como el guerrero cuida y guarda las armas.

Pase usted, caballero le decía. Necesitan reponerse después de esta locura. Están ustedes mojados... ¡pobres! ¡cómo van!... ¡Beppa!... ¡tía! Pero pase usted. Y casi le empujaba, con cierta superioridad maternal; como una mujer bondadosa que cuida a su hijo después de una travesura que le llena de orgullo. Las habitaciones estaban en desorden.

Y en las tertulias a que asistía su madre, le bastaba recitar una fabulita o lanzar alguna pedantería de niño aplicado que desea introducir en la conversación algo de sus lecciones, para que inmediatamente se abalanzasen a él las señoras cubriéndole de besos: ¡Pero cuánto sabe este niño!... ¡Qué listo es! Y alguna vieja añadía sentenciosamente: Bernarda, cuida del chico; que no estudie tanto.

Doña Luisa visitó diariamente el taller, como una buena madre que cuida del bienestar de su hijo para que trabaje mejor. Ella misma, quitándose los guantes, vaciaba los platillos de bronce repletos de colillas de cigarro y borraba en muebles y alfombras la ceniza caída de las pipas.

En cambio, si el orden establecido se conserva y se cuida de que nadie se haga rico burlando el Código Penal, todos trabajarán y se ingeniarán decentemente, por donde crecerán la riqueza y el bienestar; y los ricos serán más ricos y serán más, y los pobres serán menos pobres y menesterosos; y llegará el día, allá en lo por venir, en que los pobres estén mejor tratados que los ricos de ahora.