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Esta que no halla mal que le suceda, Ni le teme atrevida y arrogante, Prodiga siempre, venturosa y leda: Es la que con disignio extravagante Dió en crecer poco á poco hasta ponerse Qual ves en estatura de gigante. No dexa de crecer por no atreverse A emprender las hazañas mas notables, Adonde puedan sus estremos verse.

El arte arábigo, formado por el consorcio de la belleza griega con la fantasía oriental, como Cástor engendrado en la union de Leda con Tíndaro, perecerá lo mismo que pereció el héroe griego, al paso que el arte cristiano, producto de la belleza antigua desarrollada en Atica y Corinto y del espíritu fecundo que la gracia de Dios comunicó á la humana mente por mediacion del Verbo, durará cuanto dure el mundo, así como es inmortal tambien el hermoso Pólux, hijo de Júpiter y Leda.

Los bandos de palomas mensajeras esponjan blandamente su plumaje en la tarde, que pliega el varillaje de un fúlgido abanico de quimeras. Su rostro se retrata en los cristales del lago, donde un cisne hecho de espuma el cuello enarca ante los pavos reales; y ella, que sabe del amor de Leda, mientras alisa la nevada pluma, hunde los dientes en su chal de seda... Marzo, 1922.

No creía ella que el pájaro zancudo que se le había aparecido tuviese la menor semejanza ni con el cisne de Leda ni con el toro blanco de la gallarda hija de Agenor; pero ¿no podría la cigüeña ser instrumento de algún gran sabio; acaso de un genio o de una hada, cuyas poderosas sugestiones hubiese obedecido al venir a visitarla? ¿Quién se atreverá a limitar la extensión de lo posible?

Júpiter, pues, al ver a Juno, se dejó vencer por la fuerza de aquellos hechizos; la requirió de amores con la mayor vehemencia; y no encontró modo mejor de someterla a su propósito y deseo que el de citarle todas sus travesuras y lances galantes, asegurando que en ninguno de ellos, ni con Dánae, ni con Leda, ni con Europa, ni con las demás princesas y ninfas que había seducido, se había sentido nunca tan emocionado, permítaseme la palabrota, como en aquella ocasión.

Pero el lugar y tiempo que les queda Para mostrar alguna recompensa, Es causa que con menos fuerza pueda Fatigar el rigor de tal ofensa: De hoy mas con presta voluntad y leda El mas minimo de estos cuida y piensa De ofrecer sin reves á tu servicio La hacienda, vida y honra en sacrificio.

Pero aquí reproducida la fábula de Leda , porque tambien el arte cristiano comienza á desplegar vistosas alas, cobijado por los Alfonsos y Ordoños, no menos respetables que los Abde-r-rahmanes y los Hixemes, y este, lo mismo que su émulo, aspira á la inmortalidad.

La brisa columpiaba las flores, leda y gentil, muy acariciadora, y el caballo andaluz, fino y esbelto, bebía brisa y aromas, dejándoles al pasar la espuma blanca de su aliento.

Los secretos de alcoba los que sabéis vosotras: el espasmo que arroba, el deseo que mata, los contactos sutiles, las caricias de seda y el estremecimiento de las carnes febriles. Habéis mirado al cisne, prodigador de halagos, ensangrentar su pico en los muslos de Leda sobre la mansedumbre de los dormidos lagos. Los ojos de Astartea os contemplaron mucho.

D. José Caveda puede facilitar mucho el estudio analítico que conviene hacer antes de deducir conclusiones demasiado generales. ¿Quién ignora el orígen de la fábula de Leda?