Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de junio de 2025
Y esperando de Vd. tenga un acto de justicia para con nuestras fuerzas que vamos atravesar para nuestro departamento y cruzamos desalmados y sin parques creo tome en consideración por carecer de los elementos indispensables, quedo de Vd. en espera nos reponga. En 28 de mayo de 1912. Feliciano Acosta, Brigadier. Habana, Julio de 1912.
No tardó en presentarse Federico de Tarlein. Me dijo brevemente que el Rey deseaba verme, y juntos cruzamos el puente levadizo y entramos en la que había sido cámara del duque Miguel. El Rey yacía en el lecho, tendido por el médico que nosotros habíamos llevado a Tarlein y que se apresuró a decirme en voz baja que abreviase mi visita. El Rey me tendió la mano y estrechó la mía.
Salimos del templo, atravesamos la plaza, cruzamos luego por San Sulpicio, y á los cuatro minutos nos vemos en el muelle de Voltaire. Pasamos uno de los puentes, y véanos el lector en la otra orilla del Sena, en el momento en que uno de los vapores que van á Versalles se dispone para partir. La orilla del río presenta un espectáculo animado, extraño, pintoresco, delicioso.
Tomamos un sorbo de cerveza, miramos á nuestro alrededor, principiamos á contar las luces, aunque no pudimos terminar; cruzamos algunas palabras sobre el viso dramático que los franceses saben dar alas cosas, sobre esa habilidad fascinadora que sabe hacer bonito, muy bonito, lo que es realmente feo, muy feo; sobre ese instinto trastornador que convierte la realidad en apariencia, y la apariencia en realidad, ofuscándonos de tal modo, que casi llegamos á perder el conocimiento natural de lo que es bueno y de lo que es malo; discurríamos, vuelvo á decir, sobre el particular, cuando el clamoreo confuso y prolongado de la multitud que circuye la barrera, vino á noticiarnos que la hora del concierto se aproximaba.
En medio de la bruma parecía un inmenso y fantástico gusano de luz. Fuimos dejando atrás el barco fanal. Gracias a nuestro sistema de paradas metódicas, pudimos resistir más de dos horas nadando. Serían las diez de la noche cuando llegamos al borde del pantano. La corriente del río separaba las aguas del mar del terreno cenagoso. Cruzamos el río, que estaba helado, y entramos en la zona del fango.
»Cuando los tres entramos en el salón del duque de Arcos, en aquel salón gótico que tantos recuerdos tenía para nosotros, la misma idea sin duda se apoderó de nuestras imaginaciones; porque nos estrechamos las manos y cruzamos nuestras miradas... ¡Qué cambio, Dios mío!
Cada caña es una flauta que solloza inconsolable Si Céfiro agita blando sus penachos de esmeralda, Y en el tedio de las siestas, si cruzamos los senderos, Nos convidan a la sombra de sus plañideras ramas.
Al bajar del ómnibus, mi mujer y yo nos cruzamos algunas palabras: una de las señoras que esperaban sin duda algun amigo ó algun pariente, se acercó á nosotros y nos preguntó con el mayor afecto si eramos españoles. Es de Zaragoza, hace cuarenta años que vive en Francia, se llama doña Antonia, está casada con M. Houzé y vive en Passy, calle Mayor, núm. 38.
Iría recorriendo todos los huéspedes, hasta tropezar con el tonto que necesitaba. No me hizo maldita gracia lo del tonto; pero me callé, esperando ocasión de demostrarle que no lo era. Cruzamos cerca de una joven elegante que venía paseando con un viejo. Mi compañero la saludó con mezcla de cortesía y displicencia, que era lo que le caracterizaba.
Era de noche, habia luna; para llegar á mi hotel, cruzamos muchas calles, es decir muchos canales: el movimiento, las luces del cielo, los recuerdos que se agolpaban á mi imaginacion del poderío antiguo de la república veneciana, los infinitos palacios de mármol que ví hasta llegar al hotel, el número de góndolas que se cruzaban, las palabras dulces que mi gondolero cambiaba con otro de su oficio cada vez que doblaba una esquina, para evitar un choque; las músicas que oí al pasar por enfrente de la soberbia plaza de San Márcos, todo este conjunto hiriéndome poderosamente la fantasía, hizo que oyera yo con disgusto la voz del gondolero, anunciándome que habíamos llegado al hotel.
Palabra del Dia
Otros Mirando