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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Todo lo devoró Jacobo línea a línea, letra a letra, pasando por todas las emociones de la sorpresa: el pasmo, el rencor, la esperanza, el recelo; hundiéndose ambas manos en su crespa cabellera y apretándose el cráneo como para impedir que su atención se distrajese; oprimiendo algunos de aquellos papeles entre sus dedos temblorosos, como si quisiera indicar que eran suyos, que a él solo pertenecían, y nadie en el mundo se los había de arrebatar; a veces, deteníase un instante, cerraba los ojos y respiraba con fuerza, como si le faltase el aliento...
Aquellas armonías, los recuerdos de Colombia que me hacian evocar, esas caras varoniles, de barba negra y crespa, llenas de la melancolía del proscrito y de la del artista, el efecto de la iluminacion sobre el inmenso grupo de espectadores, y sobre todo, la profunda emocion con que el concierto me hacia pensar en la desventurada y noble Italia, cuyos hijos sufrían la esclavitud, el calabozo ó la proscripcion, sin perder nunca la esperanza de la libertad y la independencia: todo eso contribuyó á dejar en mi alma un sentimiento de indefinible pesar que no he olvidado nunca.
Atravesó de nuevo la pequeña nave. Casi no sentía el suelo bajo los pies. El hombre de cabeza crespa aguardaba a que ella saliera para cerrar las puertas del templo. Puedes leerla también, ya no quiero tener ningún secreto para ti. Has vuelto a ser mi hermana querida. Adriana, diciendo esto, retuvo a Raquel y leyeron juntas una carta que le habían traído de Muñoz.
No me diga una palabra, déjeme, voy a entrar en la iglesia. Voy a rezar ahora que todo el mundo se ha ido. No, no me diga una palabra, no podría resistir, ahora, una palabra suya. Y corrió, muy alterada, hacia el interior del templo. Un hombre de cabeza crespa y rojiza, vestido con traje de pana, andaba apagando los cirios en el silencio de la pequeña nave.
Llegaba a su cuarto y se tendía en la cama, triste, trémulo, como si le amenazase una desgracia, ocultando la cara entre las manos. La pobre Feli acudía, balbuceando de miedo: ¿Qué tienes, Isidrín? ¿Qué te pasa, rico mío? Le acariciaba como una madre; hundía sus manos en la crespa cabellera, mientras Maltrana respondía entre suspiros.
La emoción de este parecía haber pasado al tío Frasquito, y conociendo el pobre viejo su debilidad, decidióse a buscar apoyo en el más fuerte... Cogió por un brazo a Jacobo y llevólo sigilosamente a su alcoba, nido risueño, tapizado con seda de Persia celeste, cubierto el pavimento con pieles blancas, con una cama de palo de rosa muy baja, muy aérea, vago conjunto de encajes, holandas y sedas celestes, semejante a una crespa ola del mar coronada de espumas blancas.
El mar parecia un monstruoso leon, sacudiendo su crespa melena, ó un gigantesco pez revolcándose sobre el abismo para hacer brillar al sol sus escamas como montes, ó mostrar sus hondas arrugas momentáneamente oscurecidas. Después, el día 28, estuvimos en plena tempestad.
Sus preocupaciones de europeo le hicieron sentir extrañeza al ver junto a los negros mal pergeñados y las negras hinchadas, de jeta monstruosa, con un pañuelo arrollado sobre la cabeza crespa, otros de la misma raza vestidos elegantemente, moviendo con petulancia su bastón y con una flor en la solapa.
Palabra del Dia
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