Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de junio de 2025
Fortunata no apartaba los ojos de la ropa que estaba repasando. «Comprendo expuso la señora con acento parlamentario , que tengas cortedad para confesarme ciertas cosas, y por mi parte, te soy franca: no te tengo yo por peor de lo que eres; no creo, como podrían creerlo otras personas, que tu debilidad es interesada, y que quieres a ese hombre porque es rico, y que no lo querrías si fuese pobre.
También va Sofía Jansien, una gorda subida de color y de potentes atractivos, cuya historia te contaré un día. Luciana brilla entre aquellas señoras, puedes creerlo, con un fulgor que deslumbra, con su cabellera de oro y su talle de diosa.
No te asombres, hija, que bien conocerás por lo que voy a decirte que mi cabeza está buena, tan buena como nunca lo estuvo. Qué, ¿no lo crees?». Fortunata no sabía si creerlo o no. Su miedo no se había extinguido, y esperaba que tras aquellas palabras tranquilas, vinieran otras airadas y sin pies ni cabeza. No dijo nada, y siguió protegiendo a su hijo, en actitud de defenderle al primer ataque.
Hágame usted el favor de hacerme la justicia de creerlo. Usted no es de las que queman lo que han adorado. Olvide usted, se lo ruego, una torpeza involuntaria que deploro sinceramente. Pero lo que no puedo deplorar es la noble confianza que se ha servido usted manifestarme y que realza todavía mi respeto y mi admiración hacia usted.
Luchando á brazo partido, con sus propias fuerzas, es casi seguro que Soledad hubiera dado buena cuenta de él. No; conmigo no se casará jamás, no habiéndolo hecho ya... Ya no me quiere... Son aprensiones tuyas. Velázquez te quiere, y tarde ó temprano se casará contigo. Decía esto para consolarla, pero sin creerlo.
¡El pobre Blair ha muerto! repetía incesantemente, como si todavía hubiera dudado de que su amigo no existía ya y le fuera imposible creerlo. Sin embargo, yo tardaba en convencerme de su sinceridad, porque bien podía estarme engañando, después de todo. Como me invitara, lo acompañé a subir el tortuoso y escarpado camino hasta que llegamos a la pesada puerta del monasterio, a la cual llamó.
Entré en las Galerías Wilson, donde alcancé un gran éxito como maniquí. Exhibía durante el día hermosos vestidos. Y le advierto que soy una plástica estupenda. ¡Puede usted creerlo...! JESSY. Era muy dichosa; pero no lo sabía, y por eso me juzgaba muy desdichada.
Señora respondí con perplejidad , aquel instante fue tan breve y usted me suplicó con tanta precipitación que saliese de la casa, que nada observé que me disgustara. Pues sí, puedes creerlo. Yo sé que Inés no te ama ya afirmó con una entereza tal que se me hizo aborrecible en un momento mi hermosa interlocutora. ¿Lo sabe usted? Yo lo sé. Tal vez se equivoque. No: Inés no te ama.
¡Ay! fueron muchos; pero muchos... Gracias que no había más público que yo. Vamos, con franqueza... estuve inaguantable. Tú lo has dicho... Es que no sé... En mi vida, puedes creerlo, he cogido una turca como la que cogí anoche.
Cuando un mensajero enviado de Villoria anunció á Nolo la humillación que los mozos de Lorío habían infligido á su primo, en el primer momento se resistió á creerlo. Rendido, sin embargo, á la evidencia, fué acometido de un furor insano que puso en huida al zagal que le trajo la noticia.
Palabra del Dia
Otros Mirando