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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Me irrito ante los absurdos de la monarquía y de la religión, no sólo en mi país, sino en todo el mundo.... Y sin embargo, he sentido lástima, profunda conmiseración ante un ser de sangre real. ¿Querrá usted creerlo...? Le vi de cerca, en una de mis correrías por Europa. No cómo la policía que vigilaba su carruaje no me repelió lejos de allí, creyendo en un posible atentado.

D.ª Carolina le llamó aparte un día, estando Carlota con su hermana fuera de casa, y le dijo: Me causa pena tener que hablarte de un asunto... No sólo me causa pena, sino que me repugna, puedes creerlo... Ya sabes que soy una infeliz mujer que represento poco o nada en la casa... Por , toda la vida seguiríamos lo mismo... Mi dicha consiste en veros a todos vosotros felices... Pero, hijo mío, donde hay patrón no manda marinero.

D. Martín, a quien su alma de héroe no le quitaba de tener muchísimas ganas a la herencia del cuñado, cuya salud era endeble, arrugó las narices y murmuró groseramente: Me tiene sin cuidado. No lo creo; no puedo creerlo, D. Martín.

El día siguiente preguntó al enfermero en qué estado se hallaba el enfermo, á que respondió que estaba fuera de peligro, y que aquel Señor que había recibido le había quitado todo el mal. No acababa el Padre de creerlo; pero hallando que era verdad, preguntó al indio, ya sano, qué le había sucedido.

Fernanda consiguió al fin sustraerse a los plácemes de sus amigos y fue a sentarse en un rincón apartado. Estaba triste. La hostilidad de los dueños de la casa le había impresionado. Pero no era esto lo principal, aunque ella hiciese por creerlo. El motivo recóndito, que se avergonzaba de confesar a misma, era Luis.

Y revolviendo en el fondo del baúl, entre mil baratijas y líos de trapos, sacó la sisona doce duros y medio y los dio a su ama diciéndole: «Es todo lo que tengo. No hay más: puede creerlo; es tan verdad como que nos hemos de morir». No podía remediarlo. Descontaba su propia caridad, y sisaba en su limosna.

Fueme necesario cortar de un golpe aquella eterna elegía y despedirme para siempre de ese antro en que había estado ocho meses. ¡Lo que es el mundo de malo! Al salir, los acreedores del patio, que echaban espuma por la boca, decían que don Eleazar había realizado quinientos mil duros de ganancia y que ellos se quedaban en la calle. ¿Quién podía creerlo?

El niño ese debe de ser el de Nicolasa, la entenada del tío Pepe. Nació seis días después que el nuestro, y era hijo de uno que encendía los faroles del gas... Pero no comprendo una cosa. A me parece que tu mujer debía de querer a ese nene por creerlo tuyo y aborrecerlo por ser de otra madre. Yo juzgo por .

¡Vamos, don Mariano lo interpeló éste que me atropella usted!... Anda usted distraído... Las malas lenguas dicen que está usted enamorado, y casi me siento en disposición de creerlo... Levantó Vázquez la cabeza.

"Cantos celestes, poderosos y dulces, ?porque me buscais entre el polvo? Haceos oir a los humanos a quienes podeis consolar. Escucho el mensage que me traeis, pero me falta la fe para creerlo. El milagro es el hijo querido de la fe. Sin embargo, acostumbrado a oir estos cantos desde la infancia, me llaman a la vida.

Palabra del Dia

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