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Queden para eso los teatros libres, si se atreven á tanto y les da por convertirse en teatro protesta. Lo que se llama genio es prenda muy rara, y el afán de hacer creer que le tienen deslumbra y extravía á no pocos incautos y presuntuosos, y los induce á producir disparatadas monstruosidades. Absurdo sería que creásemos el teatro modelo para apadrinarlas.

Pero para adquirir la idea completa, no basta recorrer las grandes arterias de Lóndres donde está acumulada su vitalidad: al contrario Lóndres tiene dos caras, la una que aterra y acongoja, y otra que deslumbra. Es preciso verlas ámbas casi simultáneamente, y compararlas sin prevencion, para comprender los contrastes asombrosos del conjunto.

Pero la impresión de toda pesadilla, continúa aun después de despertar; el joven guardaba una fuerte impresión de su aventura, pero indeterminada, vaga, como un sueño; aquella impresión partía de la dama que había visto un momento; recordaba, con no sabemos qué agitación, que era una mujer tan hermosa como no había visto otra; pero no recordaba los rasgos de su semblante, ni el color de sus ojos, ni el de sus cabellos, ni su apostura, ni su traje; habíale acontecido lo que al que mira de frente al sol, que solo ve luz, una luz que le deslumbra, que sigue lastimando sus ojos después de haberlos cegado; estaba seguro de no conocerla si por acaso la veía otra vez, y esto le desesperaba; no se daba razón del sentimiento que aquella impresión le hacía experimentar; no pensó en que podía estar enamorado, como al recibir una estocada nadie por el momento se cree herido de muerte.

También va Sofía Jansien, una gorda subida de color y de potentes atractivos, cuya historia te contaré un día. Luciana brilla entre aquellas señoras, puedes creerlo, con un fulgor que deslumbra, con su cabellera de oro y su talle de diosa.

Son un soplo de vida y acción, una llamarada de infinito que alumbra y deslumbra un momento, como lo hizo el mahometismo en los tiempos históricos, para caer después en un nuevo plan de oscuridad mental, de esterilidad espiritual y moral. La filosofía, la literatura y el arte griego viven aun, reincorporados a nuestro caudal intelectual.

La Correspondencia no la ha publicado aún, pero ténganla ustedes por cierta. Este Amor celeste ha venido recientemente entre nosotros. Por más que se oculte por modestia, hemos llegado a verle. Está lleno de gracia y de verdad. Su gloria nos deslumbra, mas no nos ciega. Tampoco a esta parodia de la más bella fábula de Esopo ponía el Conde el menor comentario.

Así como los palacios orientales sólo presentan en el exterior muros descarnados, disimulando sus maravillas internas, aquí lo de afuera es rudo y el interior deslumbra. El himeneo se produce al resplandor de un pequeño mar de nácar que, multiplicando sus espejos, da á la habitación, cerrada y todo, el encanto de un crepúsculo hechicero y misterioso.

Hay allá, al extremo de los salones, un rincón florido en el que esas señoritas han establecido su cuartel general. Están hermosísimas esta noche; Mabel d'Ornay deslumbra; pero usted va a eclipsarlas; está usted maravillosa con su toilette. Vaya dijo María Teresa con coquetería, no me haga tantos cumplimientos al empezar la noche, no tendría nada que decirme a las dos de la mañana.

Entonces, los que contemplaban al marqués, esperando sus primeras palabras, viéronle inclinar la cabeza hacia atrás, soltar la copa que empuñaba su mano trémula, y, exhalando un alarido salvaje, desplomarse en el suelo, sobre el cual rebotó su colodrillo pelado y reluciente, sin que nadie hubiera podido recibirle entre sus brazos, porque entre los primeros síntomas del acceso, tan fáciles de confundir con los de una grande emoción, y la caída, no transcurrió mucho más tiempo que el que transcurre entre el fulgor que deslumbra desde el seno de la nube, y el rayo que mata.

Puede al mismo tiempo hacerse lo uno y lo otro y es seguramente lo mejor; pero hay que cuidarse mucho, porque sucede con frecuencia que un bello casamiento es todo lo contrario de un buen casamiento, porque deslumbra y por consiguiente enceguece. Un bello casamiento para una joven que, como la señorita Latour-Mesnil, debía llevar quinientos mil francos de dote, constituye tres o cuatro millones.