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Tonito Cepeda miró desdeñosamente al pintorcillo y propuso uno de esos espectáculos que constituyen jalones de la época en que se verifican: imitar la peregrina idea de la Princesa de Segan, que había resucitado en París las fábulas de Esopo dando un gran baile de trajes, en que recibía ella vestida de pava real y acudieron todos los invitados representando cada cual un animalito.

Blasfemas calificando de sandio y de mezquino al amor, germen fecundo de virtudes y de grandes acciones. Acuérdate de la divina fábula de Esopo. Amor bajó del Olimpo para consolar al linaje humano. En el banquete de los dioses faltó la antigua alegría porque Amor estaba ausente.

Hay multitud de amores continuaba el poeta , hijos todos de las ninfas: Amores terrenales que son los que nosotros por lo común conocemos; pero hay además un solo y único Amor, hijo de Venus Urania, el cual, según refiere el fabulista Esopo, y después han repetido muchos otros poetas y fabulistas, vive casi siempre en el cielo. Los dioses inmortales no pueden vivir sin él.

Esopo corre por medio de la provincia Atica, hasta que entra en el mar. Ysmeno junto de Aulide desagua en el mar Eupoyco, llamado hoy de Negroponte. Por aquellas vecinas aldeas de Locrenses se alojó nuestro campo para pasar el otoño, y invierno, y tomar resolucion de lo que se habia de hacer la primavera siguiente. El Duque de Athenas recibe á los Catalanes.

Ni con fábulas de Esopo, ni con citas de Platón, ni de manera alguna, por indirecta que sea, consentiré en adelante que, estando yo presente, y aun cuando no esté yo presente, pongas en solfa mi amistad con doña Beatriz. Si llego a saber que hablas otra vez de ella, que aludes a ella, que te burlas de su marido, lo sentiré mucho, pero te romperé la crisma.

Esopo es más viejo y va no menos andrajoso: forma toda su vestimenta, un sayo pardo raído y polvoriento: lleva una mano metida en el pecho, y en la otra arrimada a la cadera, sostiene un voluminoso pergamino. Lo mismo tienen estos dos de griegos y filósofos, que Marte, Mercurio y Argos, de deidades olímpicas: es decir, nada.

Don Sebastián de Morra, núm. 1.096. El Niño de Vallecas, núm. 1.098. El Bobo de Coria, núm. 1,099. Don Juan de Austria, núm. 1.094. Las Hilanderas, núm. 1.061. Las Meninas, núm. 1.062. Retrato de la Reina doña Mariana de Austria, número 1.079. Repetición del anterior, núm. 1.078, Esopo, núm. 1.100. Menipo, núm. 1.101. Don Antonio «El Inglés», núm. 1.097.

Para poner de manifiesto lo contrario, bastará decir que si algun dia hubiese de escribirse el código del buen sentido práctico, es á los libros de los poetas adonde irian á beberse sus principios. El ser poeta no impidió á Solon ser el primer legislador de la antigüedad. El poeta Esopo representa la moral del sentido comun.

La Correspondencia no la ha publicado aún, pero ténganla ustedes por cierta. Este Amor celeste ha venido recientemente entre nosotros. Por más que se oculte por modestia, hemos llegado a verle. Está lleno de gracia y de verdad. Su gloria nos deslumbra, mas no nos ciega. Tampoco a esta parodia de la más bella fábula de Esopo ponía el Conde el menor comentario.

Cuadros mitológicos: «Mercurio y Argos». «Marte». La «Venus» de la colección Morritt. «Menipo». «Esopo». «Las Hilanderas». «Las Meninas». Cuadros religiosos: «La Coronación de la Virgen». «Visita de San Antonio a San Pablo». Viaje de Velázquez a la frontera de Francia. Su enfermedad y muerte El estilo de Velázquez. Influencia ejercida en él por las obras de el Greco.