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Actualizado: 11 de julio de 2025


A lo cual respondió don Celso, echando lumbre por los ojillos de raposo y apretando los puños de coraje: ¡Para ti estaba! ¡para ti y para todos los de tu arrastrado oficio, mediquín trapacero del cascajo! ¿Por quién me tomas? ¿De qué madera te has pensado que soy yo?

A ver, Gonzalito, déjeme usted ese sitio; quiero estar al lado de Araceli. El pintor se mordió los labios de coraje. Cuando pocos minutos después llegaron al Escorial estaban allí esperándolos Reynoso y casi todos los invitados que habían asistido a la fiesta.

Dió por terminado el récipe don Bernardino, y Jacintito, mordiéndose los labios de coraje, se preguntaba si era cuerdo, si era justo, que le sepultaran a él en una oficina, cuando tantas disposiciones tenía para el comercio. Y concluía opinando, que no era ni justo ni cuerdo sino, simplemente, un disparate.

Por de pronto, mi señor don Alejandro contestole Fuertes con cierta socarronería , ha sido usted uno de los tres valientes que nos hemos colado en el pozo por entrar en el balandro; y después, mire usted, yo me he visto cara a cara con los moritos en Monte Negrón y en los Castillejos, y hasta en lo de Wad Ras, que fue más agrio que lo que a ustedes se les figuró; y sin echármelas de valiente al decirlo, ni perdí la serenidad, ni el coraje... ni las ganas de pegar; porque aquello era otra cosa: había siquiera suelo firme en que pisar... y en que morir, si era preciso, defendiendo la vida honradamente; pero esto es entregarse a la muerte atado de pies y manos y metido ya en el ataúd...

Si hubieran poseído tres carreras de dientes como los cocodrilos, o aunque fuesen dos, no dudo que se devorarían, dada la rabia y el coraje con que se enseñaban la única con que la Naturaleza les había dotado. Maza estuvo tan procaz, tan insolente, que al fin don Rudesindo, sin ser dueño de , le descargó un paraguazo en la cabeza.

Buen consuelo, ser perros ocho horas en vez de nueve. Aumento de jornal. Y en seguida suben ellos la ropa, el pan, la casa... si pudieran... ¡hasta el aire tasaban! Entonces se oyó una voz que no había sonado aún: una voz que delataba un cuerpo chico y una voluntad monstruo. Aquí no hemos venido a discutir sino a vengarnos. ¿Tenéis coraje? ¿ o no?

Carlota la contemplaba con sonrisa benévola y le decía por lo bajo: ¡Calma, niña, calma! ¡, , calma!... ¡Que te pasase a ti lo que a me está pasando! exclamaba con coraje, esforzándose en apagar la voz. Buenas noches, Carlotita dijo en aquel momento Timoteo, tratando de dar a su voz gangosa acento picaresco. No se las he dado antes porque la veía a usted muy entretenida.

Ahora verás dijo Romadonga mordiendo los suyos de coraje, abalanzándose a ella. No me toques, que puedes pincharte manifestó con la misma tranquilidad, sin mover un dedo siquiera. ¡ te toco! ¡te toco, deslenguada! gritó aquél, ciego de ira, sacudiéndola violentamente por un brazo. Concha cambió repentinamente de actitud. Todo lo que antes fue calma y sorna se convirtió en feroz exaltación.

La madre te adora y la madre es la protectora de esa criatura. ¡Oh! Fernanda me conoce desde muchacho: tenía veinticuatro años cuando yo tenía diez o doce, pero la hija... La hija es igual a la madre; ambas son mujeres de coraje y de avería, lindas como unas tórtolas y peligrosas como dos lobas.

Momo, que no era hombre que se quedase atrás, en tratándose de insolencias y denuestos, replicó con coraje: Anda, anda, a que te echen la bendición; que será la primera que te hayan echado en tu vida, y que estoy para que será la última. Celebróse la boda en el pueblo, en la casa de la tía María, por ser demasiado pequeña la choza del pescador para contener tanta concurrencia.

Palabra del Dia

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