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Actualizado: 28 de octubre de 2025


Decíase de él por lo bajo que en su borrascosa mocedad había sido contrabandista y que yendo y viniendo de Ronda á Gibraltar y de Gibraltar á Ronda con su potro corredor y su trabuco naranjero, había llenado aquella ancha zona de su alto nombre y sus épicas hazañas.

Bueno, bueno; la pelota está en el tejado; ¡yo te respondo de lo que ocurra! El contrabandista montó, de un salto, a caballo, terciose sobre el hombro uno de los picos de la capa y desenvainó su gran espada con un continente magnífico. Todos los hombres que le seguían hicieron lo mismo.

Los parroquianos de Flores que se habían precipitado a la puerta para seguir con la vista a aquel personaje, hicieron, al volver a entrar en la tienda, las conjeturas más raras sobre la triplicidad verdaderamente fenomenal del contrabandista gitano, conjeturas que abandonaron sin agotarlas, como hubieran hecho en otra ocasión, para hablar de la corrida de toros que debía celebrarse al día siguiente.

Hullin estaba, pues, seguro del contrabandista, pero le infundía alguna sospecha la señora Hexe-Baizel, mujer demasiado circunspecta y que quizás no se inclinase del lado de la guerra. «En fin se decía Juan Claudio mientras caminaba , ahora veremosEl almadreñero encendió la pipa, y de vez en cuando se volvía para contemplar el inmenso paisaje, cuyos límites se ensanchaban cada momento más.

Ella era del campo como su padre, y en el campo quería permanecer. No le asustaban las costumbres del cortijo. En Matanzuela debía sentirse la falta de un ama que convirtiese la habitación del aperador en una «tacita de plata». Ya se enteraría él de lo que era buena vida, acostumbrado a la existencia desordenada del contrabandista y al cuidado de aquella vieja del cortijo. ¡Pobrecito!

Sin duda la impresión que dejó en aquella obra de arte, que contemplé durante cuatro años, fue causa de que modificara mis ideas respecto al traje de contrabandista del grande hombre, y en lo sucesivo me lo representé vestido de cardenal y montado en un caballo verde.

¡Ja, ja, ja! exclamaba el contrabandista ; estaba seguro que los miserables se detendrían alrededor del furgón para beberse el aguardiente, y que la mecha tendría tiempo de prender en la pólvora... ¿Creen ustedes que nos perseguirán? Sus brazos y sus piernas han volado a las copas más altas de los abetos... ¡Vamos, arre! ¡Quiera el cielo que suceda lo mismo a cuantos acaban de pasar el Rin!...

La muchacha, que algo más lejos, sentada en el suelo, miraba pastar a unas vacas, también se volvió instantáneamente. ¡Diablo de señorito! exclamó el paisano tranquilizándose inmediatamente. Me ha asustado... Salta como un contrabandista. La muchacha le miró fijamente sin despegar los labios. Dispensen ustedes dijo Andrés un poco acortado.

Marcos dijo Hullin tras un instante de silencio , ¿puedo hablar delante de tu mujer? Ella y yo somos una sola persona. Pues bien, Marcos, vengo a comprarte pólvora y plomo. Para tirar liebres, ¿no es verdad? dijo el contrabandista guiñando los ojos. No; para batirnos con los alemanes y los rusos. Hubo un instante de silencio. ¿Y necesitarás mucha pólvora y mucho plomo?

El valiente contrabandista no había tenido suerte: después de haber escapado milagrosamente a las balas de los kaiserlicks había dado con sus huesos en el valle de Spartzprod, en medio de una partida de cosacos que le habían desvalijado hasta el forro de los bolsillos.

Palabra del Dia

aprietes

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