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Actualizado: 26 de junio de 2025
«¿Qué será esto?» Vuelve precipitadamente al balcón, alza el visillo y la ve en la acera opuesta parada ante un escaparate, como si con disimulo se contemplara en su cristal. En realidad, lo que hace es mirar con terror a derecha e izquierda; hasta se nota la respiración alterada que levanta y deprime su hermosísimo pecho, Don Juan piensa: «Esta es la última vacilación.»
Fuimos bordeando algunas rocas de la entrada de la cueva: extraños y fantásticos centinelas. Recalde, en el fondo mucho más supersticioso que yo, no quería mirar. Cuando le insté para que contemplara el interior de la gruta, me dijo rudamente: ¡Déjame! Yo, al ver aquella decoración, comencé a perder el miedo. Miraba con una curiosidad redoblada.
Al releer aquellas cuatro líneas, luego de ido el mozo, don Juan sonrió como si contemplara un billete de lotería premiado.
De rato en rato y a hurtadillas, yo echaba una miradita a Pablo. Miraba a Blanca con una expresión tal, que me daban ganas de estrangularla. ¡Qué aire de idiota tiene! decíame yo, mirándola así, con los ojazos fijos y casi atontados. ¡Sí!; pero si yo estuviera en el lugar de Blanca, y me contemplara del mismo modo, lo encontraría encantador y más lindo que nunca! ¡Oh, inconsecuencia humana!
Otras veces, echando atrás su hermoso busto, como si contemplara con la imaginación salones festoneados de rosas, en los que danzasen huecas faldas, pelucas empolvadas y tacones rojos, rozaba las teclas, haciendo sonar un minuetto de Mozart, vagoroso como un perfume elegante, cual la sonrisa de una boca de princesa, pintada y con lunares postizos.
El que en su espíritu, pues, se transporta á esos siglos pasados, contemplará esas creaciones maravillosas de los autos de Calderón, experimentando sentimientos iguales á los de la persona, que, provista de un anteojo de larga vista, recorre lejanos horizontes y cielos dilatados, en los cuales las nebulosas se transforman en soles, y surgen de las profundas tinieblas del firmamento mundos nuevos de un resplandor incomparable.
Naturalmente el calor de la Línea eleva el agua en vapores, formando esa sombría faja. El observador que desde otro planeta contemplara el nuestro, vería cernerse sobre él un anillo de nubes con corta diferencia como observamos nosotros el de Saturno.
Y allá en el fondo del paseo arbolado, vio asomarse la iglesia del Pilar, aquella iglesia pequeña, que más de una vez, bajo el oro del otoño en las hermosas tardes, ella contemplara desde la casa de las Aliaga imaginando idilios con Julio. ¡Cómo se habían alejado de pronto, hacia una irrealidad extraña, aquellos tiempos! Ahora le parecía otra, la iglesia del Pilar.
Era mejor que la Comisión contemplara el problema filipino, al través de los incendios, al silvar de las balas y al trasluz de todas las pasiones desencadenadas, para que no pudiera formar ningún juicio exacto ni cabal de los términos propios y naturales de dicho problema. ¡Ah! era mejor, en fin, que la Comisión se retirara vencida de no haber obtenido la paz y me inculpara, á mí y á los demás filipinos; cuando yo y todo el pueblo filipino anhelábamos que esa paz, se hubiera hecho ayer, antes que hoy, pero paz digna y honrosa para Estados Unidos y la República Filipina, á fin de que fuera sincera y perpétua.
Sobre vosotros corre una catarata que todo lo inunda; á vosotros tambien. Sobre vosotros hay un espíritu que os llama idiotas cuando sois injustos, á vosotros, montones de oro, que ofuscais mi vista, á vosotros, que me teneis estático, como si contemplara un prodigio.
Palabra del Dia
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