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Actualizado: 30 de junio de 2025


La noble viuda comprendió debía confiar la educación de su hija á uno de esos centros en que la vida se auna con el saber, formando de la niña que juega con la muñeca, la mujer que piensa en las hojas del libro, ó siente ante el teclado del piano. De la muñeca al piano, hay la misma distancia que de la crisálida á la mariposa.

Se pasa la mano por la frente, como si tratase de encender de nuevo esa luz, pero todo permanece obscuro; sombra y misterio es para él lo que acaba de experimentar. Le parece que va a gritar, que va a confiar a la noche la angustia indefinible en que se agita. Se pone de rodillas en el mismo sitio donde ha caído Gertrudis, y, con la frente apoyada en el ángulo del banco, gime dulcemente.

Vi en su casa á Juana Baud que estaba preparada para acompañarme á Londres, y obtuve de ella que fuese á reunirse conmigo el día siguiente en el Havre. Y en seguida me fuí á almorzar con Sorege, el único de mis amigos á quien podía confiar mis desdichas y mi viaje. Su sorpresa pareció muy grande al saber que había yo llegado á tales extremos.

Y no obstante, yo la prefiero altiva y soberbia, cuando pasea su mirada distraída por los objetos y contesta á un saludo profundo con leve inclinación de cabeza. Mujeres hay muchas; damas muy pocas. Cuando me acerco á ella tiemblo de los pies á la cabeza, pero este temblor me hace gozar extraordinariamente. Son misterios de mi organismo que á nadie se pueden confiar, porque nadie los entendería.

Poco tuvo, pues, la señora que confiar a una criada tan penetrante y tan zahorí de cuanto pasaba en lo más escondido de su pecho. A los cinco días de la fecha de la última carta que hemos leído, empieza nuestra narración. Eran las once de la mañana. Pepita estaba en una sala alta al lado de su alcoba y de su tocador, donde nadie, salvo Antoñona, entraba jamás sin que llamase ella.

Era un impulso irresistible de vengarse de la acometividad y los caprichos de la otra en personas de su mismo sexo. Había momentos en que le era necesario confiar sus tristezas al Nacional, con ese impulso irresistible de confesión de todos los que llevan en el pensamiento un peso excesivo. Además, el banderillero le inspiraba, lejos de Sevilla, un afecto mayor, una ternura refleja.

Señorita, nunca pude esperar encontrar en usted desde el primer momento la ternura infinita que usted me ha inspirado... No puedo confiar sino al tiempo, lo , a mis cuidados afectuosos, a mi adhesión apasionada, a su dicha, que la amistad se torne en afecto.

Pertenecen á la primera los que acogen sin prevencion, con benevolencia, las primeras obras de un jóven, saben y comprenden lo difícil que es ponerse, sólo ponerse, en el camino de la perfeccion artística, y censuran lo malo sin acritud, ensalzan lo bueno con expansion, y hacen con el principiante en tan difícil carrera lo que el hábil doctor con el enfermo de que se encarga: lo animan, lo confortan, le prescriben el régimen más propio para su restablecimiento, y le hacen confiar en la conquista de la salud.

»Afortunadamente el progreso del mal parece haberse detenido por ahora y me deja respirar con libertad un instante. »Espero. ¿Podré también confiar? ¡Dios lo sabe!» 5 de julio «Sigue muy mejorada y esta mejoría la debo a Amaury y a Antoñita. Amaury se ha portado como hombre capaz de todo sacrificio por la mujer a quien ama.

Palabra del Dia

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