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Actualizado: 14 de junio de 2025


Lo llamó aparte después de los postres y lo condujo misteriosamente a su habitación. ¿Dónde está ella? le preguntó . la conoces; sabes dónde está oculta; ¡porque me la ocultan! Señor duque respondió , no a quien... Te hablo de Honorina. Ya sabes quién es, Honorina, la dama de la calle del Circo. ¿La señora Chermidy? ¡Ah! ¿ves cómo la conoces?

El novio no dio por el momento importancia a la frase; pero tres días después de realizado el matrimonio, la anciana lo hizo levantarse de madrugada y lo condujo a una bocamina, diciéndole: Aquí tienes la dote de tu esposa. La hasta entonces ignorada, y después famosísima, mina de Laycacota fué desde ese día propiedad de don José Salcedo, que tal era el nombre del afortunado andaluz.

Hechos prisioneros ambos en la homérica lucha, allá en España, viéronse cautivos de un noble aragonés, que tras largo viaje los condujo á la costa, donde los embarcó con rumbo á unas posesiones que por allí tenía.

Por fin quiso Dios misericordioso que las Samaniegas se marcharan; pero no habían pasado diez minutos cuando entró D. Evaristo, con su criado, que le sostenía por el brazo derecho, y Fortunata le condujo hasta la sala en una de cuyas butacas se sentó el anciano pesadamente. «¿Doña Lupe...?». No hay nadie dijo ella, lo que significaba: estoy sola, puede usted hablar con libertad.

Escarmentado el joven cautivo y acaso más cautivo aún de su propia cortesía y de la veneración y del afecto que le había inspirado la dama con sólo verla, se condujo durante los diez días que se siguieron con la corrección más cumplida, mostrando paciencia ejemplar para sufrir sin quejas su triste y enojoso cautiverio.

Y como se levantase dirigiéndose hacia la cama, Juan exclamó con un gesto de indiferencia: ¡Qué importa que yo duerma o que yo vele!... ¡Adiós, María Teresa!... Y la condujo hasta la puerta de la habitación. A la mañana siguiente Huberto fue a hacer su visita habitual.

Viendo que permanecía quieto, añadió: ¿No sabe usted a su casa? Venga entonces conmigo. Me condujo al través de algunas galerías hasta la entrada de un jardín, y señalándome con la mano una casita que había en el fondo de él, me dijo: Allí es. Llame usted fuerte, porque la criada es sorda. Le di las gracias, pero ya no me escuchaba.

Su almacén estaba cerrado y defendido contra los ataques posibles de los revoltosos por numerosa policía. Hop-Sing me recibió con su habitual e imperturbable tranquilidad, pero, según me pareció, con mayor gravedad que de ordinario. Con el mayor silencio, me tomó de la mano y me condujo al fondo de la habitación y de allí por las escaleras al sótano.

Al llegar a Alsasua, quejose nuevamente Lucía de sed, y Artegui, ofreciéndole el brazo, la condujo al comedor de la fonda, recordándole que era razón tomar algo, puesto que tantas horas habían transcurrido desde la cena. Dos almuerzos gritó al mozo, palmoteando para que le atendiesen.

Al llegar á este último punto, tomé billete hasta Milan, y como Fluelen se encuentra al mismo pié de los Alpes, por el lado de San Gotardo, cuya carrera era la que yo seguia, empezamos desde el momento á subir. La diligencia nos condujo por una admirable y soberbia carretera hasta llegar á una legua del San Gotardo, convento que, como el de San Bernardo, se halla situado en la cima de los Alpes.

Palabra del Dia

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