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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Sois mezquino y cobarde, que si no lo fuérais, yo os salvaría. ¡Vos! ¡Yo! ¿Y podéis? Puedo. Os daré mi caudal. Yo no quiero vuestro oro. Pues ¿qué queréis? Vos queréis algo. Quiero vuestra conciencia. ¡Mi conciencia! , quiero que matéis á la persona que una persona que yo os diré, os nombre. ¡Matar! yo no tengo valor para matar... yo no he matado á nadie. Habéis matado hace dos horas...

Y más, que yo he oído decir, y creo que a mi señor mismo, si mal no me acuerdo, que en los estremos de cobarde y de temerario está el medio de la valentía; y si esto es así, no quiero que huya sin tener para qué, ni que acometa cuando la demasía pide otra cosa.

En fin, á despecho mio, arrostrando con cierta vergüenza la nota de cobarde, con que queria picarme el compañero, eché á huir hácia la escalera, casi dando chillidos y con los cabellos erizados. En mi vida me he creido más fuera del mundo. Me parecia que era propiedad de un mago, de un duende, de una bruja.

Pero... se veía obligada á defenderse delante de ellos; había llegado el momento de la defensa y temblaba. Al fin se abrió una puerta, y un maestresala dijo: El señor don Juan Téllez Girón y su señora esposa están en la cámara de vuecencia. Doña Juana fué allá desolada. Sin embargo, se detuvo cobarde antes de levantar el tapiz de la puerta exterior.

Y Catalina castañeteó los dedos, frunció sus negras cejas, y echó miradas de indignación alrededor del dormitorio, como buscando algún cobarde en sus antepasados de Corlear. hablas así, porque te ha caído en gracia ese señor Príncipe dijo Carolina.

Dos estremos considero en el bien por quien suspiro, uno y otro lisonjero, que no vivo, si lo miro, y si no lo miro, muero. Ojos, si habeis de elegir el uno para vivir, los dos os han de matar: ó no vivir ó mirar: ó no mirar ó morir. Compiten con fuerza y brio estos estremos de amor, uno ardiente y otro frio, en vos, cobarde temor, y en vos, pensamiento mio.

Sin embargo, todos mis pensamientos estaban concentrados en un dulce amor perdido, y en ese arrogante y vulgar individuo que, con sus amenazas y desprecios, la tenía sometida a su irresistible y oculto poder. ¿Por qué había huido aterrorizada de ? ¿Por qué se había cometido ese cobarde e ingenioso atentado contra mi vida?

Vio a Wotan, el dios majestuoso y débil, forzado a castigar con momentánea cólera a la hija desobediente. «Padre implora sollozando la walkyria , ya que me has excluido de la raza de los dioses y como débil mujer he de dormir sobre esa roca hasta que el primero que pase se apodere de mi virginidad, ¡que no sea yo la esposa de un débil mortal, de un cobarde!... Evítame esa afrenta... Si en los brazos de un hombre he de caer esclava, haz que la llama surja en torno de al eco de tu palabra; rodéame de un baluarte de fuego, para que sólo un héroe de corazón firme y fuerte, valiente como un dios, pueda despertarme y hacerme suya

El corazón es tan cobarde, tiene tanta necesidad de reposo que por un momento me abandoné a la esperanza, tan quimérica como todas las demás, de absoluto retiro en mi casa de Trembles.

Debe haber alguna persona del país, bastante cobarde y bastante miserable, para guiar al enemigo a nuestras espaldas y para entregarnos a él atados de pies y manos. ¡Oh, el bandido! exclamó Lorquin con voz colérica ; yo no soy malo, pero si el tal se pone a mi alcance, he de dejarle seco... ¡Arre, Bruno, arre!

Palabra del Dia

ciencuenta

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