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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Entonces sonó, o creyó él oír que sonaba muy recio, la trompeta de su mala fama; era cobarde, como todos los de su ralea; Madrid estaba sin gobierno y con todas las pasiones buenas y malas en mitad del arroyo; apoderose de él un pánico invencible, y de la noche a la mañana se escapó de aquí, dejando sus negocios en quiebra y hechos un bardal.
El nombre de éste sonaba sin cesar en el silencio del crepúsculo, acompañado de toda clase de insultos. ¡Baixa, cobarde! ¡Asómat, morral! . ¡Baja, cobarde! ¡Asómate, morral! Y la barraca permanecía silenciosa y cerrada, como si la hubiesen abandonado.
Y si le hubiera sido posible hablar en un momento en que todas las energías de su ternura y de su orgullo me suplicaban o me ordenaban que callase, me había dicho una sola cosa, que yo sabía demasiado: que la confidencia estaba hecha y mi proceder era el de un cobarde.
Vomitaba la vieja su ira contra él, le decía las mayores injurias, le llamaba cobarde, mandándole perseguir á su sobrina. El joven no podía resistir más el horror que le inspiraba aquella casa maldita. Miró á la devota, que permanecía aún sin movimiento, y afligido por la sin igual desventura de mujer tan infeliz, salió de la casa. #Conclusión.#
¿Es el marido de usted? preguntó. Sí. ¿Cree usted que nos ha visto? Lo ignoro. ¡Pero si nos ha visto, es un cobarde! Que les hubiera visto o no, el señor de Maurescamp entró tranquilamente en el castillo por la avenida más larga pero mejor del nuevo parque. Volvió a salir casi inmediatamente y pasó el resto del día inspeccionando sus plantaciones y el corte de sus bosques.
Mi fe religiosa le había dicho el Padre Ambrosio es sin duda como fortaleza inexpugnable, mas no para que yo me quede encerrado en ella cobarde y ocioso, sino para que me valga como apoyo, y como centro de mis más atrevidas excursiones y de mis conquistas más gloriosas por las inmensas e ignoradas regiones, donde el pensamiento humano ha de erigir un día su trono y ha de fundar su imperio.
Es un veneno que deja señales. ¡Cobarde! ¡Toma! No se hace uno cortar el cuello por 1.200 francos de renta!... La señora te hubiera dado todo lo que hubieras querido. Habérmelo dicho. Ahora ya es tarde. Mantoux esperaba en una habitación contigua la partida del doctor Le Bris. Algunas palabras sueltas de la conversación llegaban a sus oídos.
Con qué mas honra pueden apartarse De nuestros cuerpos estas almas nuestras Que en las Romanas armas arrojarse Y en su daño mover las fuertes diestras? En la ciudad podrá muy bien quedarse Quien gusta de cobarde dar las muestras, Que yo mi gusto pongo en quedar muerto En el cerrado foso ó campo abierto.
¡Oh! pero yo no aceptaré que usted tenga el menor disgusto por mi causa, interrumpió Mauricio con energía. Soy un cobarde por no haber sabido soportar mejor esta decepción. Pero yo daré buena cuenta de mi debilidad ... Hace mucho tiempo que estoy proyectando un viaje á España ... Partiré ... partiremos juntos.
Destinado a la carrera militar, más por vanidad de su familia que por vocación, no era, sin embargo, cobarde, pero sí yerto; prefería los ascensos a la gloria, y a la gloria y a los ascensos reunidos anteponía una buena renta que disfrutar sin moverse de su casa ni estar a merced del ministro de la Guerra. Tenía vanidad, pero vanidad encubierta y en cierto modo solitaria.
Palabra del Dia
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