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Actualizado: 26 de junio de 2025


La situación a cada momento se hace más interesante y complicada. Es evidente que Leighton va a tener que habérselas con un cliente duro. suspiré. El tiene la mejor parte de todos nosotros, porque se ve claro que Blair lo tenía al tanto de todo, pues era de su completa confianza.

Y se retiró alicaído y cabizbajo, mortificado por su amor propio, ajado y deprimido, y dejando en poder de su cliente un documento firmado en que constaban prolijamente las circunstancias y pormenores de su desventura. Reflexionó con calma, y vio que lo mejor era echar tierra al asunto y pagar sin decir una palabra. ¡Y pagó su chapetonada !

Amigo mío decía el anciano Villemaurin a su cliente, dándole palmaditas sobre el hombro, nuestra situación es excelente, toda vez que tenemos de nuestra parte el derecho. ¡El resto, Dios lo hará! El resultado no es dudoso: poseéis un corazón animoso, y una mano firme y rápida.

Este indicó un precio respetable, algo como cien pesos fuertes; mi amigo le observó que era muy caro, que así no podría repetirlas. El artista, con la convicción de un zapatero de bulevar, diciendo al cliente reacio: «Fíjese en la suela», contestó imperturbable: ¡Oh!, ¡de las que yo doy, con una basta!

Para Batiste sacaba también lo más florido y sonoro de su estilo. Era su mejor cliente: ni un sábado había dejado de entregar á sus hijos los dos cuartos para la escuela. Este es el mundo, señor Bautista; ¡hay que resignarse! Nunca sabemos cuáles son los designios de Dios, y muchas veces, del mal saca el bien para las criaturas.

Sus abogados eran, como nosotros lo sabíamos, los señores Leighton, Brown & Leighton, firma eminentemente honorable de Bedford Row; por lo tanto, les dirigimos un telegrama desde la oficina central, informándolos de la muerte repentina de su cliente, y pidiéndoles que uno de ellos viniera en el acto a Manchester, para que estuviese presente en las indagaciones que se iban a efectuar, por haber declarado el doctor Glenn que serían necesarias.

Naturalmente observó el anciano director auxiliar de la oficina de investigaciones criminales. Pero ¿quién es esa persona? Tengo la desgracia de no saberlo. Mi cliente me lo manifestó hará un año, pero no me indicó ningún nombre. ¿Entonces, no abriga usted sospechas sobre alguien, sea quien sea? A nadie puedo señalar.

Este pequeño consumo a hora fija, establece una especie de intimidad entre el almacenero y su cliente, que, como es locuaz y comunicativo, le hace saber que es un funcionario de categoría elevada, más o menos en los ramos en que el almacenero pueda tener algún día necesidad de un buen padrino, o si no hombre de influencia en el círculo político dominante o con el comisario de la sección o con la comisión de higiene de la parroquia.

Necesito saber la influencia del cambio de vida y de clima sobre su organismo... ¿Se llama usted D. Andrés Heredia, no es verdad?... Perfectamente: no me olvidaré... Adiós, Sr. Heredia; no deje usted de irse cuanto antes de Madrid. Al pasear la mirada por la sala, el médico tropezó con un cliente que, sentado en un diván, tosía apretando las sienes con las manos.

Compra, por ejemplo, un paquete de cigarrillos y una caja de fósforos, diariamente y a la misma hora: el almacenero nota la singularidad y designa a su cliente con el mote de "el de los cigarrillos", llegando un momento en que ya el cliente no tiene ni necesidad de solicitar su consumo.

Palabra del Dia

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