Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de junio de 2025


La veis ahí tranquila, casi sonriente; pero ¿sabéis cuántas lágrimas amargas han vertido esos ojos en el silencio de la noche, cuántas flechas agudas de remordimientos de conciencia se han clavado en ese corazón de mártir? ¿Acaso no querría ella ir a la iglesia, como las mujeres honradas, y confesarse con el sacerdote, vestida con un traje blanco, símbolo de pureza, y no como mujer menospreciada y desdeñada?

Allá en el fondo entre las camas de los esposos pendía un crucifijo. En uno de los paseos los ojos de don Germán tropezaron con él. Quedó inmóvil, clavado al suelo, los ojos fijos en aquella imagen sangrienta. ¿Cuánto tiempo estuvo así? ¿Una hora? ¿Un minuto? Jamás pudo él mismo saberlo. Al fin dejó escapar un suspiro, se tapó el rostro con las manos y cayó de rodillas sollozando.

Vamos, esto no se puede sufrir. ¡Decir que le hemos envenenado el chocolate...! ¡Gusto a arsénico!... clavado... ¡pero tan clavado...! Levantose en actitud de desesperación y volvió a la inquietud delirante de sus paseos... «Tendré que dejarme morir de hambre... es horrible... Mi casa llena de enemigos. Las personas que más me querían antes, ahora desean mi muerte».

Diose vuelta rápidamente luego que oyó resonar sobre el mármol mis pasos ligeros, y entonces pude verlo cara a cara. Contuve la respiración, y luego quedé como clavado en el sitio, completamente azorado y pálido. El misterio era enormemente más profundo de lo que yo me había imaginado. La realidad que se me presentaba ahora, era como para atontar y hacer vacilar.

Y fue a sentarse cerca de una de las infinitas señoritas de Ciudad. Ricardo permaneció algunos instantes clavado a la butaca sin mover siquiera un dedo. Después se levantó bruscamente y salió de la sala. Don Serapio, al fin, terminó de llorar ausencias de su dama, asegurando en una última fermata que, si tal estado de cosas se prolongaba, moriría sin remisión.

Juanito quedó clavado en el suelo por el asombro, con los ojos desmesuradamente abiertos, mirando a un lado y a otro, sin ver nada. Los demás seguían cabizbajos, oyendo por centésima vez la relación del señor Cuadros, que parecía enloquecido por la ruina. ¡, hijo mío! Yo también he estado allí. Aquello es una desolación.

»El amor del descreído es inmenso. El descreído consagra a un objeto despreciable toda la fuerza de amor con que procura el creyente elevarse a su ideal divino. »En fin, ¿para qué cansarte? He vagado como una fiera mansa que lleva clavado en el pecho un dardo envenenado. De noche he vagado; de día he estado oculto. Tengo vergüenza de que la gente me vea.

En realidad, un secreto es un pequeño martirio, un pequeño cilicio, un leve hormigueo de la memoria, una ligera y constante inquietud del espíritu. En medio de la multiplicación de nuestras ideas, de sus vuelos y revuelos, de nuestros anhelos diarios, de nuestros quehaceres, de nuestras tristezas y alegrías, el secreto está clavado en nuestro cerebro, ocupando una gran parte de su actividad.

Se ha dicho que más cavila un pobre que cien abogados, y hay quien cavila más que cien pobres y cien abogados juntos: cualquier muchacho haragán que se ve con un libro delante, clavado en un banco.

Allí no se veía ya la espina del dolor que lentamente va hincándose, pero el puñal clavado de golpe hasta el pomo. Semejante espectáculo dio al traste con la prudencia del capellán. Usted está mala, señorita. A usted le pasa algo hoy. Nucha meneó la cabeza intentando sonreír. No tengo nada. Lo doliente y debilitado del acento la desmentía.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando