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Y si se recuerda que el ingenio de un poblador haragán llega a enseñar a sus cachorros esta maniobra para aprovecharse ambos de la presa, se comprenderá que Cooper perdiera la paciencia, descargando irremisiblemente su escopeta sobre todo ladrón nocturno. Aunque no usaba sino perdigones, la lección era asimismo dura.

¡Qué malo eres, Agapo! dijo Susana disgustada; ¡siempre con tanto rencor contra papá! Si la culpa es tuya, que nunca has querido trabajar y has sido toda tu vida un vicioso, un haragán. De la misma manera que papá ha colocado a tanto tipo que no conoce, ¿por qué no había de darte un empleíto? ¿Un empleo? ¡a !

Se familiarizó con su jerga, adquirió amistades vergonzosas, aprendió a beber y a jugar, pero no cayó nunca en el vicio del robo; en medio de la crápula, supo mantenerse honrado, porque él no era malo, sino haragán. Sus largas ausencias no preocupaban a nadie; eran eclipses parciales, en que desaparecía por encanto y reaparecía por milagro, más sucio, más andrajoso y más hambriento que antes.

Pero no quiero irme sin darte una limosna y un consejo. La limosna en esta. Toma, para ayuda de un panecillo». Alargó la mano ofreciéndole dos duros, y viendo que el otro no los tomaba, púsolos sobre una de las sillas. «El consejo allá va. no vales absolutamente para nada. No sabes ningún oficio, ni siquiera el de peón, porque eres haragán y no te gusta cargar pesos.

Se ha dicho que más cavila un pobre que cien abogados, y hay quien cavila más que cien pobres y cien abogados juntos: cualquier muchacho haragán que se ve con un libro delante, clavado en un banco.

748 ¡Pero que había de aprender al lao de ese viejo paco!; que vivía como un chuncaco en los bañaos, como el tero; un haragán, un ratero, y más chillón que un varraco. 749 Tampoco tenía más bienes ni propiedad conocida que una carreta podrida, y las paredes sin techo de un rancho medio deshecho que le servía de guarida.

Raguet iba para treinta años, justo su edad, que vivía de haragán, sin hacer nada más que gastar lo que pidiere o trampeare... No obstante de saberlo muy bien Catalina, se limitaba a pedirle perdón: ¡No te enojes, Raguet! Cada uno hace lo que puede... La gente ya estaba cansada de los vampiros...

¡También! y como el muchacho no ha de estar de haragán, ahora que va a liquidar su casa de comercio, yo pensé en usted y me dije: A ver si el doctor me le coloca en el Ministerio, y me le tiene allí sujeto por algún tiempo, por lo menos mientras las condiciones del mercado no mejoran. ¿Aquí? saltó S. E., alarmado; pero, ¡si tengo esto hecho un hospital, y no cabe allá dentro ni un alfiler!

Pues separaos, por la Virgen Santísima dijo Gracián con más suaves modos . Si él es un borracho, un haragán y un libertino, váyase enhoramala. Ayer lo calentó las orejas en casa del Sr. Carnicero. Pero él no desea romper esta unión ilícita, sino casarse. Tiene buen fondo. Decidid una cosa u otra; estáis llenos de pecados, vivís como fieras, no como cristianos.

Poco después se largaron otra vez por esos mundos a buscarse la vida, con gran contentamiento de todo el lugar, y hasta de la pobre mujer de uno de ellos. A principios de este otoño en Tablanca que había vuelto el casado y que por aquí andaba tan sinvergüenza y haragán como siempre; pero yo no le he visto, ni a nadie he oído hablar de él.