Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de julio de 2025
«Ja, ja, ja... nos llama tías... exclamó Guillermina echándose a reír cual si hubiera oído un inocente chiste . Vaya con el excelentísimo señor... ¿Y piensa que nos vamos a enfadar por la flor que nos echa? Quia; yo estoy muy acostumbrada a estas finuras. Peores cosas le dijeron a Cristo. Señora... señora... no me saque la dinidá; mire que me estoy aguantando... aguantando...
Hija mía, lo siento mucho, le dije, pero yo no mantengo clases pasivas. No faltó quien celebrase el chiste y quien admirase la firmeza de corazón del empedernido seductor. Mario no pudo reprimir un gesto de repugnancia. Aquel rasgo de crueldad expresado en forma tan cínica le dio frío.
Nosotros, los españoles, desde hace años pecamos de desconfiados y formamos de nosotros mismos muy pobre concepto. Pensamos y decimos sin ironía ni broma algo parecido á lo que por chiste oí yo decir una vez al Sr. D. Antonio Cánovas con general regocijo de cuantos le escuchaban. Decía que él se había venido de Málaga huyendo porque allí todos le engañaban ó trataban de engañarle.
Lo que la muchedumbre admiraba en ellos era el ingenio satírico, lo grotesco del chiste y, sobre todo, la facilidad en la respuesta.
El esprit chispea en la conversación; una mesa es un fuego de artificio constante; el chiste, la ocurrencia, la observación fina, la cuarteta improvisada, la décima escrita al dorso del menú, el aplastamiento de un tipo en una frase, la maravillosa facilidad de palabra... no tienen igual en ninguna otra agrupación americana.
La rapidez con que los habitantes de Oblita pasan de una extremada y jactanciosa confianza al abatimiento y a la consternación; los medios ridículos que inventan y a que acuden para combatir a los enemigos, como por ejemplo el fulminario, con el cual suponen que echarán a pique toda la escuadra de Watson; el gracioso combate en que toman parte los valerosos habitantes de Oblita contra la mencionada escuadra, que por un prodigio de imaginación han traído de América hasta las playas que están cerca de su ciudad; el belicoso ardor del padre cura y los arrestos magnánimos del linajudo hidalgo D. César Paniagua, todo tiene chiste y todo hace reír, pero con lo que vulgarmente se llama risa de conejo, que en vez de regocijar, lastima y duele.
Mi propensión a reír y a burlar, aunque sea a costa mía, me induce en ocasiones a ver este asunto por el lado cómico, pero no sazono el acerbo chiste con sal y pimienta, sino con hiel y vinagre. La cualidad de snob, me digo, puede encumbrarse a un grado heroico. Para probarlo acude a mi memoria lo que ocurrió a mis amigas la señora y las señoritas de Pinto.
Somos luteranos dijo Ido sonriendo, muy satisfecho por tener ocasión de soltar aquel chiste que era viejo y había sido soltado sin número de veces. ¡Qué dice este hombre! exclamó la fundadora horrorizada. Cállate tú y no disparates replicó Nicanora . Yo soy lutera, vamos al decir, pinto papel de luto.
Vamos, me alegro interrumpió el conde ; pero cuidado, niño, que si la flor es delicada, puede marchitarse y deshojarse temprano. Ya de eso cuidaré yo replicó D. Luis . Veo que se juega. Me siento inspirado. Vd. talla. ¿Sabe Vd., señor conde, que tendría chiste que yo le desbancase? Tendría chiste, ¿eh? ¡Vd. ha cenado fuerte! He cenado lo que me ha dado la gana.
Como tú tienes las medidas de don Paco y eres muy hábil, la levita, sin probársela ni nada, le caerá muy bien, y ya verás con qué majestad y con qué chiste la luce en la procesión, cuando marche en ella entre los demás señores del Ayuntamiento. Así no seré yo sola, sino él también, quien estrene prenda en tan solemne día.
Palabra del Dia
Otros Mirando