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Actualizado: 13 de junio de 2025
Disen que uté alguna vese la sobaba, don Agapito, la sobaba duro. ¿Y cómo no, don Pancho, si a lo mejó se me iba al baile de la gente de coló con el negro de mi compare don Justo? ¡Vaya, hombre, no diga eso, que me enoha! El que se iba al baile era uté. ¡Poquita vese que le he visto trabao con eya bailando el chiquita abajo, chiquita abajo!»
A mi lado ya sabes que no puedes ponerte, porque todas las barreras están abonadas; pero estamos cerca. ¡Ay, llévame, Miguel! exclamó Julita saltándole al cuello. Llévame a los toros. ¿Tienes deseo? ¡Muy grande! Los toros me encantan. ¡Eso, eso! gritó Enrique entusiasmado. Tú eres española de pura raza. ¡Pisa ese sombrero, chiquita! Y lo arrojó al suelo.
Al salir del gabinete, la joven exclamó: ¡Ah! ¿Estaba usted ahí duque? Sí; no he querido sorprender secretos de Estado. ¡Y que lo diga! ¿Verdá usté? dijo la ex florista echando una mirada significativa a la modista. Esta sonrió discretamente y se fué. El duque abrazó por el talle a su querida y la llevó al gabinete. ¿Cómo te va, chiquita? ¿Bien, eh?
Justamente, al cruzar tercera o cuarta vez por delante del balcón apareció en él la gentil chiquita, que al verme hizo un movimiento de sorpresa, acompañado de una mueca encantadora, se echó a reír y se ocultó de nuevo.
Cerca del mar, y casi junto á las hileras de arena, hay una laguna grande, llamada la Mar Chiquita, que está cerca de cinco leguas del cabo de Lobos, teniendo otras tantas de largo, aunque solo dos ó tres millas de ancho. Es salada, y tiene comunicacion con el Océano por un rio que atraviesa los bancos de arena.
Me permito solamente hacerte observar, querida Lea, que tu razonamiento carece de sutilidad, pues me manifiestas tu intención de rehusarme toda bondad al mismo tiempo que me demuestras que has comprendido la energía diabólica de que soy capaz. Vamos, chiquita mía, coordina tus ideas.
La muchacha con quien hablas es una criatura inocente, me entiende usted, y cándida como una paloma... Yo la estimo a ella y a toda la familia... La he confesado desde chiquita... Sentiría que con tu labia de madrileño turbases el alma de esa pobre niña...
De noche digo.... A ver el guante... Toma contestó Frígilis, arrojando desde lejos la prenda.... Pues... ¡está bueno! ja, ja, ja... buen canónigo te dé Dios.... Lo que entiende usted de modas, don Tomás.... ¿Pues no dice que es un guante de canónigo?... ¿Pues de quién es? De mi señora.... No ve usted la mano... qué chiquita... a no ser que haya canónigas también. ¿Y se usan ahora guantes morados?
Con el cuarto rumbo se llegó á la laguna llamada de las Averias: tendrá una milla de largo de NNE á SSO. Con el quinto rumbo descabezamos dicha laguna por su extremo austral, habiéndola costeado por el O con el anterior. El sexto rumbo sirvió para costear la barranca septentrional del bañado, que se prolonga desde la Mar Chiquita, cuya bañados ocupan todo este rumbo, quedando ella muy cerca.
Julia, después de mirar un momento inmóvil, se acercó despacio a sollozar junto al pantalón de Cooper. ¡Qué hiciste, papá! No sabía, chiquita... Apártate un momento. En el bananal enterró a su perro, apisonó la tierra encima, y regresó profundamente disgustado, llevando de la mano a sus dos chicos, que lloraban despacio para que su padre no los sintiera.
Palabra del Dia
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